Un buen alcalde
01/10/2010 - 09:45
Cartas al director
ANTONIO MARCO MARTÍNEZ Diputado regional del PSOE de Guadalajara
El pasado mes de mayo se notificaba a Jesús Sierra Lumbreras, alcalde de Heras de Ayuso, el fallo de la Audiencia Provincial de Guadalajara por el que quedaba absuelto, con todos los pronunciamientos favorables, de los delitos de prevaricación, falsedad en documento público y revelación de secretos, de los que había sido acusado.
Finalizaba así un largo período de sinsabores para el alcalde de un pequeño pueblo que lo único que ha hecho como alcalde es mantener inquebrantable el principio de la honestidad y la defensa del bien común, del bien de su pueblo.
Quienes conocemos a Jesús desde hace muchos años sabíamos que no podía ser otro el resultado de un juicio tan largamente demorado. Es más, legos en cuestiones judiciales, no entendíamos cómo defender con energía el trazado de siempre de una vía pecuaria, podía traer tantas incomodidades a un servidor público como es el alcalde de un pueblo, que por ser pequeño carece de los medios y recursos que tienen los más grandes.
Sabíamos que pedir la corrección material del error de un trazado de vía pecuaria no podía ser un delito de prevaricación, porque ni siquiera hay un acto ejecutivo. Sabíamos que señalar sobre un plano el trazado por dónde se creía que debía ir el correcto no puede ser falsedad de documento público y sabíamos que aportar a un periodista el acta de inspección leída en un Pleno público no podía ser delito de revelación de secretos. Parecían calificaciones muy graves para tan poca sustancia. Pero, sobre todo, sabíamos que ni Jesús es capaz de tomar una decisión a sabiendas de su ilegalidad, ni de buscar el perjuicio de nadie, antes bien, la defensa y el beneficio de todos. En cambio, no es fácil entender los argumentos de la acusación, pero en todo caso ahora la Justicia ha sancionado definitivamente la absolución de Jesús.
Pero mientras tanto Jesús se ha visto encausado y juzgado, ha visto su patrimonio, su vivienda hipotecada para hacer frente a una fianza, ha visto pasar muchas noches y muchos días hasta que por fin se ha solucionado el asunto. A nadie le apetece verse ante un juez aún sabiéndose inocente. Jesús lo ha llevado con absoluta firmeza y elegancia. Es cierto que contaba con el apoyo unánime de quienes le conocen y rodean. Tan sólo alguna persona interesada se ha permitido la duda. Desde el Partido Socialista valoramos enormemente la entereza con la que Jesús y otros muchos alcaldes y concejales anteponen la defensa de los intereses de su pueblo a las molestias que esa postura les puede ocasionar. Tienen todo nuestro apoyo, consideración y reconocimiento. Son muchos los ejemplos de alcaldes que, cuando asumen el cargo que su pueblo les otorga, saben que asumen una enorme responsabilidad y la ejercen a pesar de los sinsabores que a veces les sobrevienen. Pedimos también a los pocos oportunistas que quisieron sacar algún rendimiento político de estas situaciones, que tengan ahora la valentía de rectificar.
Siendo poco experto en leyes, no sé exactamente cuál ha de ser la solución. Pero no parece adecuado que alcaldes de pueblos pequeños, con escasos recursos y apoyos técnicos en sus municipios, hayan de hacer frente con sus bienes personales a demandas que luego resultan infundadas de personas que a veces son muy poderosas. Sabemos que la Justicia al final pone las cosas en su sitio, pero mientras tanto estos buenos homes (nunca de buenos homes fué Castilla vacía, canta el Poema de Fernán González), sufren innecesariamente por defender el derecho de todos. Y esto parece que es una situación que deberíamos corregir.
Quienes conocemos a Jesús desde hace muchos años sabíamos que no podía ser otro el resultado de un juicio tan largamente demorado. Es más, legos en cuestiones judiciales, no entendíamos cómo defender con energía el trazado de siempre de una vía pecuaria, podía traer tantas incomodidades a un servidor público como es el alcalde de un pueblo, que por ser pequeño carece de los medios y recursos que tienen los más grandes.
Sabíamos que pedir la corrección material del error de un trazado de vía pecuaria no podía ser un delito de prevaricación, porque ni siquiera hay un acto ejecutivo. Sabíamos que señalar sobre un plano el trazado por dónde se creía que debía ir el correcto no puede ser falsedad de documento público y sabíamos que aportar a un periodista el acta de inspección leída en un Pleno público no podía ser delito de revelación de secretos. Parecían calificaciones muy graves para tan poca sustancia. Pero, sobre todo, sabíamos que ni Jesús es capaz de tomar una decisión a sabiendas de su ilegalidad, ni de buscar el perjuicio de nadie, antes bien, la defensa y el beneficio de todos. En cambio, no es fácil entender los argumentos de la acusación, pero en todo caso ahora la Justicia ha sancionado definitivamente la absolución de Jesús.
Pero mientras tanto Jesús se ha visto encausado y juzgado, ha visto su patrimonio, su vivienda hipotecada para hacer frente a una fianza, ha visto pasar muchas noches y muchos días hasta que por fin se ha solucionado el asunto. A nadie le apetece verse ante un juez aún sabiéndose inocente. Jesús lo ha llevado con absoluta firmeza y elegancia. Es cierto que contaba con el apoyo unánime de quienes le conocen y rodean. Tan sólo alguna persona interesada se ha permitido la duda. Desde el Partido Socialista valoramos enormemente la entereza con la que Jesús y otros muchos alcaldes y concejales anteponen la defensa de los intereses de su pueblo a las molestias que esa postura les puede ocasionar. Tienen todo nuestro apoyo, consideración y reconocimiento. Son muchos los ejemplos de alcaldes que, cuando asumen el cargo que su pueblo les otorga, saben que asumen una enorme responsabilidad y la ejercen a pesar de los sinsabores que a veces les sobrevienen. Pedimos también a los pocos oportunistas que quisieron sacar algún rendimiento político de estas situaciones, que tengan ahora la valentía de rectificar.
Siendo poco experto en leyes, no sé exactamente cuál ha de ser la solución. Pero no parece adecuado que alcaldes de pueblos pequeños, con escasos recursos y apoyos técnicos en sus municipios, hayan de hacer frente con sus bienes personales a demandas que luego resultan infundadas de personas que a veces son muy poderosas. Sabemos que la Justicia al final pone las cosas en su sitio, pero mientras tanto estos buenos homes (nunca de buenos homes fué Castilla vacía, canta el Poema de Fernán González), sufren innecesariamente por defender el derecho de todos. Y esto parece que es una situación que deberíamos corregir.