Un gesto humano

26/11/2010 - 00:00 Gema Ibáñez

El pasado 28 de octubre, recibo una llamada de la tutora de uno de mis hijos, escolarizado en el CEIP Las Lomas de Guadalajara. Tras sufrir un accidente en la clase de Gimnasia como consecuencia de la caída de un banco, es requerida mi presencia en el Centro Escolar. Debido a que en estos momentos no trabajo, tardo en llegar al CEIP Las Lomas apenas un par de minutos. Mi pequeño, de cuatro años, está en brazos de su profesora, presentando una herida abierta de su dedo meñique, calificada posteriormente en el Hospital Universitario de Guadalajara como “complicada”, motivo por el cual cojo mi vehículo particular para su ingreso en Urgencias ya que la herida sangra abundantemente y desconozco si sufre rotura de hueso. Una vez allí, y transcribo del Informe médico de Urgencias, la exploración detecta un “Traumatismo con tumefacción y hematoma en falange distal del quinto dedo de la mano derecha con abulsión de la raíz de la uña” que requiere de su suturación con anestesia y sedación, y de su posterior cura a diario en la Enfermería del Centro de Salud durante casi dos semanas. Un accidente. De los que ocurren a diario sin que se puedan evitar. Lo sé. Como madre, pero ante todo como persona adulta, entiendo que estas cosas suceden… que ojalá no fuera así y nuestros hijos jamás sufrieran ningún tipo de golpe o daño… pero casi es Ley de Vida. Lo que como madre no entiendo es que ningún funcionario del Centro Escolar Las Lomas me acompañara al Hospital de Guadalajara. Por diversos motivos… Porque mi hijo tiene apenas 4 años… Porque debido a su dolor no quería bajar de mis brazos y que le cogiera fuerte su manita… Porque la herida era tan fea y sangraba tan abundantemente que conducir en esas circunstancias hubiera podido suponerme, cuando menos, un ataque de nervios… O porque, simplemente, a mi hijo únicamente le estaba auxiliando yo tras un cuidado exquisito lleno de cariño por parte de su tutora de 4º B a la que, desde aquí, agradezco su buen hacer. Nadie más estaba presente en la Secretaría del Colegio cuando tuve que llevarme a mi pequeño al Hospital. No entraré en si el accidente se hubiera podido evitar. Hablamos de niños de cuatro años (junto a mi pequeño otro niño sufrió la pérdida de su uña como consecuencia de la caída del banco). Pero no admitiré, quizá sin razón, que nadie de la Junta Directiva del Colegio me acompañara al Hospital. Aunque sólo hubiera sido para coger a mi hijo en brazos. ¡Hablamos de un niño de cuatro años, por Dios, que demostró una entereza propia de un adulto!. Al día siguiente, acudí al Centro Escolar con el niño para que sus compañeros le vieran y así, de algún modo, se tranquilizaran. Se habían asustado enormemente al ver tanta sangre y a mi hijo llorando. Su tutora mostró una sonrisa que no olvidaré y le cogió en brazos, si bien, y desde su teléfono particular, me estuvo llamando toda la tarde anterior para ver la evolución del niño. Qué es lo que eché de menos… La llamada de Dirección interesándose por uno de sus alumnos. Y ya sé que curricularmente no están obligados a hacerlo. Es un gesto humano, no legal. Como también echo de menos todavía que alguien me explique qué Protocolo de Accidentes tiene el Centro de Educación Infantil Las Lomas. Ante estos accidentes, ya digo en ocasiones inevitables, ¿cómo hay que actuar? Si yo hubiera estado trabajando y hubiera tardado en llegar al Centro una hora, ¿cuál es el procedimiento que se hubiera seguido con mi hijo? Según la Jefatura de Estudios, ningún profesor puede coger su vehículo y montar a un alumno dentro, y por supuesto, “abandonar” el Centro Escolar. Desgraciadamente, accidentes de este tipo continuarán pasando… Pero, por favor, que alguien nos explique a los padres del Centro Las Lomas qué medidas se tomarán en