Un lugar muy recordado: El restaurante-discoteca: 'Casa Museo'
En el año 1965 el empresario local Pablo Cuevas Sánchez decidió convertir una finca situada en el número 13 de la Calle Benito Hernando en un moderno restaurante denominado ‘Museo’
Recientemente se ha inaugurado en el centro comercial Ferial Plaza una moderna instalación con diez boleras automáticas que están haciendo las delicias de los aficionados al deporte de los bolos. En el Rincón de esta semana vamos a recordar la primera bolera que se instaló en Guadalajara y que fue el inicio de la afición arriacense al bonito deporte de lanzamiento de bolas y derribo de los bolos.
En el año 1965 el empresario local Pablo Cuevas Sánchez decidió convertir una finca situada en el número 13 de la Calle Benito Hernando en un moderno restaurante denominado ‘Museo’, en honor al antiguo Museo Provincial que se encontraba en el Palacio de Antonio de Mendoza y daba nombre a esa céntrica calle de Guadalajara. Pablo Cuevas había estado como jefe de cocina en el antiguo Hotel España y cuando tuvo conocimiento de la venta del complejo hotelero a una entidad bancaria decidió abrir el negocio familiar con el nombre de ‘Museo’. Desde sus comienzos, el local disponía de un amplio salón de comidas y de una terraza de verano que hacía las delicias de sus clientes durante la estación estival. Con el paso del tiempo, y debido a la amplitud de la finca, añadió una moderna discoteca que incluía una bolera. La bolera era atendida en sus horas de apertura por una persona que se dedicaba a colocar los bolos abatidos por los jugadores e igualmente facilitar las bolas a través de un canal con inclinación. El éxito fue rotundo e incluso se fundó un club deportivo de esta actividad en la ciudad que competía con otros jugadores de toda España. Igualmente, la discoteca tuvo gran aceptación entre la sociedad, sobre todo entre los más jóvenes, y por su pista pasaron grupos de la época como Los Sirex, Los Canarios, Formula V, Los Diablos y la gran cantante Karina, la cual tuvo que hacer dos actuaciones debido a la gran cantidad de seguidores que tenía en Guadalajara. La sesión de discoteca de la tarde de los domingos traía muchos quebraderos de cabeza a los propietarios, ya que muchas cuadrillas de jóvenes de diversas localidades de la provincia quedaban en este lugar para sus ajustes de cuentas, aunque siempre la cosa no llegaba a mayores debido al carácter conciliador de Pablo y Gloria que eran los hijos del propietario.
La última inversión en el local de hostelería fue la construcción de una sala para la celebración de galas boxísticas por las que desfilaron numerosos púgiles tanto de Guadalajara como del resto de España. Pronto se denominó a este lugar como “La pequeña Madison Square Garden”, ya que disponía de un ring rodeado de sillas en donde se realizaban apuestas sobre el resultado de los combates y una zona alta denominada “Gallinero” donde los espectadores animaban a los púgiles que actuaban.
Cuando se jubilaron los hijos del fundador del establecimiento, alquilaron el lugar al Hogar Extremeño de Guadalajara y allí permanecieron hasta la entrada en vigor de la nueva normativa de espectáculos que exigía salidas de emergencias y el local no disponía de ellas siendo el final definitivo de la sala Museo.
Por este motivo, los propietarios vendieron el local y se construyeron modernas viviendas en lo que fue la inolvidable ‘Sala Museo’.