Un lugar que era muy querido en Guadalajara: 'El Paseo de la Alaminilla'

27/10/2019 - 16:40 Eduardo Díaz

Tanta era la afluencia de ciudadanos a este parque que el Ayuntamiento nombró en el año 1925 a un guarda para que cuidase.

 En el rincón de esta semana vamos a recordar un lugar de Guadalajara que era muy querido y visitado por la ciudadanía: El Paseo de la Alaminilla. Se encontraba entre la calle del Alamín y el camino Real de Aragón, hoy llamada calle de Zaragoza. Junto al paseo se hallaba un barranco por el cual  bajaban las aguas de los arroyos del Sotillo y de la Olmeda del Conde. Tanta era la afluencia de ciudadanos a este parque que el Ayuntamiento nombró en el año 1925 a un guarda para que cuidase y limpiase todo el paseo y sus alrededores. Durante las estaciones de primavera y verano el paseo era muy frecuentado debido a la frescura que producían los múltiples arboles, entre los que destacaban los álamos. Ante el peligro que suponía para los viandantes la proliferación de los numerosos chopos que había por la zona el consistorio municipal autorizó a talar algunos de ellos, destinándose a la  construcción de ataúdes municipales y utilizarlos en los entierros de la ciudad.

En las madrugadas de los domingos y en los días festivos era costumbre de numerosas familias de Guadalajara acudir al Paseo de la Alaminilla para tomar chocolate con churros e igualmente se organizaban juegos infantiles de la época como: La Gallina ciega, el salto de la comba y el juego de la Rana, entre otros muchos.

Muy cerca del paseo se encontraba la fuente de la Alaminilla. Sus aguas eran aprovechadas para el abastecimiento de los vecinos de la barriada e igualmente las aguas sobrantes se utilizaban para mantener el uso del lavadero del Alamín. Muy cerca del paseo se hallaba el Convento de San Bernardo, el cual era habitado por una congregación de monjas denominada Las Bernardas y que estaba separado con una tapia de la fábrica de aceites de Agustín Francino, que posteriormente pasó a manos de la familia de Vicente García León. En la ciudad se les conocía con el apodo de Los Gallegos.

Con el paso del tiempo a un lado del paseo se construyeron las primeras viviendas, las cuales eran de planta baja y que a día de hoy todavía se conservan. Con la llegada de la  Guerra Civil en el año 1936, llegó el final del Paseo de la Alaminilla, ya que se talaron la mayoría de sus álamos e igualmente supuso la destrucción del convento de San Bernardo, quedando la zona totalmente asolada y en estado ruinoso.

Poco a poco y gracias a la labor del inolvidable alcalde de Guadalajara, D. Pedro Sanz Vázquez, la zona se fue recuperando y se construyeron viviendas para las familias más humildes de Guadalajara. Era la llamada “ Operación Alamín” que en la actualidad son las viviendas regentadas por la fundación San Vicente de Paúl. 

En el año 1972 el Ayuntamiento decidió cambiar el nombre del Paseo de la Alaminilla por Avenida de Valencia en honor a la capital de la comunidad valenciana. Queda todavía en el recuerdo la fuente de la Alaminilla y el barranco del Alamín, el cual fue reformado en el año 2000 y llamado en la actualidad Parque Lineal del Barranco del Alamín.