Un Mundial insólito
La pregunta es sencilla: ¿es una vergüenza que el Mundial se celebre en Qatar, una monarquía absoluta, régimen abyecto donde los haya que oprime a la mujer, explota a los trabajadores, persigue la homosexualidad, carece de libertades, no respeta los derechos humanos y socialmente vive anclado en la edad media?
Lo es. No admite dudas. Una vergüenza, una ignominia y, posiblemente, un acto de corrupción manifiesto.
Qatar es una dictadura en la que no hay partidos políticos ni elecciones, se practican la lapidación y la flagelación como formas de castigo penal y la mayor parte de su población no tiene ni tan siquiera derecho de ciudadanía. Como en una distopía futurista, se conjugan grandes rascacielos, extraordinarias obras de arquitectura y lujos inimaginables con prácticas prehistóricas como que una mujer violada, si está casada, sea condenada por adulterio. Eso sí, no pagan impuestos, lo cual es otra forma primitiva de organización social. Su televisión pública, Al Jazeera, exporta su ideología despótica y su visión rigorista del islam por todos los países árabes y musulmanes a los que llega, que son la mayoría, pero también a los occidentales, con ánimo de adoctrinar a su población de origen musulmán. Gracias a sus enormes reservas de gas, pese a estar situado en un lugar inhóspito, es un país inmensamente rico, capaz de comprar voluntades propias y ajenas. Hacia dentro, la riqueza permite gozar de un alto nivel de vida a los privilegiados que tienen nacionalidad catarí, otorgando cierta legitimidad de ejercicio al despótico régimen político. Hacia fuera, su comportamiento de nuevo rico consentido hace posible sus caprichos, habiéndose especializado en los últimos años en eventos deportivos: grandes premios de MotoGP y F1, torneos de tenis, mundiales de atletismo, balonmano y otras disciplinas, etc. El pequeño inconveniente de sus temperaturas infernales, incompatibles con la práctica de cualquier esfuerzo físico, se combate con aire acondicionado en pabellones cerrados o la celebración de las pruebas en horario nocturno. Cuando es imposible, como en el caso del mundial que ahora comienza, se traslada a las épocas más frías del año, no importa que casi coincida con las navidades.
Pero tampoco vamos a rompernos las vestiduras como si acabáramos de descubrir lo que es una práctica común en el deporte desde hace tiempo. España celebrará su Supercopa de 2023, de nuevo, en Arabia Saudita, comisiones de algunos conocidos vivillos mediante. Algunos clubes españoles han llevado publicidad financiada por dictaduras durante años. Y no olvidemos que el último Mundial se celebró en Rusia, que no es precisamente una democracia ejemplar. Disfruten del espectáculo, no seré yo quien les diga que no lo vean, pero no olviden que es posible gracias a una alianza entre nuestros corruptos y sus tiranos. Que gane el mejor.