Un negocio y una familia hundida

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Por:
Ortiga
“Gracias a Dios que las fechorías se pagan caras”, se comentaba ayer en Mondéjar. Los presuntos autores del asesinato del empresario Antonio Montoya, de confirmarse la autoría de los hechos, pagarán caro un delito penal que ha provocado el hundimiento de toda una familia. El hermano que ha quedado vivo, Javier Montoya, ha estado ingresado por una fuerte depresión debido a una situación que aún no ha superado y que la sobrelleva por el compromiso que tiene con su empresa, clientes y proveedores, así como por la ayuda que le prestan sus compañeros de trabajo. La madre, de 84 años de edad, no cesa de comentar a Javier que se acuerda mucho de Antonio. Cada minuto, cada segundo de lo que le queda de existencia, lo hará, porque ella presenció cómo le asesinaron y vivió en sus propias carnes cómo la maniataron y la propinaron una soberana paliza.
La mujer de Javier, superada por los hechos, no pudo controlar el impulso de abandonar el hogar. Los bancos no pudieron sacar adelante un crédito para reflotar la empresa, ya que necesitaba inexorablemente la firma de su difunto socio. Para más inri, Javier ha tenido que soportar continuas calumnias en torno a su hermano. Y todo por unos desalmados...