Un país huérfano
01/10/2010 - 09:45
Por:
El comentario
Charo Zarzalejos / Periodista
Hoy viernes sabremos el dato oficial de paro que según la propia página web del Ministerio supera en unas décimas el 20 por ciento. Se ha reiterado que este porcentaje no es oficial, que cuando se conoció faltaba la validación definitiva de todos los datos; es decir, que en lugar de superar el 20 por ciento puede que lo roce, pero, en cualquier caso, la cifra es desastrosa y alarmante. Es seguro que la cifra en cuestión aplacará un poco el vértigo que ha producido la decisión de Standard&Poors rebajando la solvencia de la deuda de España. Todos los expertos han señalado que esto era algo descontado por los mercados y el Gobierno recuerda que hay otras dos agencias que nos dan una calificación excelente, lo cual también es cierto.
Sin embargo las sutilezas son para los iniciados y son ellos los que las tienen que manejar con inteligencia. La realidad palpable, la que los ciudadanos sienten en su piel es que hemos entrado en el laberinto del desastre económico. Para que el mareo sea seguro, los ciudadanos ven como en el Senado el PSOE apoya la creación de un cuerpo de traductores de euskera, catalán, mallorquín* que sin duda costará un dinero. A esta circunstancia que parece que ha venido para quedarse, hay que añadir el intento de resurrección de las dos Españas como si nos gustara vivir con el corazón helado del que hablaba el poeta Antonio Machado. En Cataluña se forma un bloque, con el socialista Montilla al frente, no sólo para pedir la renovación del Tribunal Constitucional, sino para que el actual se declare incompetente para dictar sentencia sobre los siete recursos de inconstitucionalidad. Siete y no uno aunque haya un empeño absurdo de intentar instalar que el problema es el recurso interpuesto por el PP. Siete recursos y ni uno menos. Se podría establecer un listado más largo de asuntos que están en la mesa de debate. El debate, la polémica, la discrepancia y el acuerdo forman parte de la democracia. Son la democracia misma.
Sin embargo hay momentos en la vida de un país que se vuelven espesos y desconcertantes. Hay momentos que producen una enorme fatiga y un punto de desolación cuando los ciudadanos no saben a dónde mirar. No saben dónde mirar cuando la crisis se vuelve galopante pese a que el número de hipotecas haya aumentado y por enésima vez desde el Gobierno se nos diga que lo peor ha pasado. Quieren saber que piensa el Gobierno -el de todos- de los intentos de tumbar la ley de amnistía y que piensa el PSOE del bloque creado en Cataluña. En España hay perplejidad y un profundo sentido de orfandad política. Es en los momentos difíciles y complejos cuando los ciudadanos quieren un acompañamiento efectivo y aquí y ahora nadie se siente acompañado por nadie. En medio de su crisis, los portugueses hoy están más tranquilos que ayer. El presidente socialista Sócrates no dudó -dada la gravedad de la situación- en llamar al líder de la oposición, consciente de que el tiempo es factor clave para que el enfermo no agrave su estado. Las medidas acordados por ambos no son fáciles y algunas de ellas especialmente complicados para un presidente socialista pero se presentan como insoslayables y en cuestión de días se pondrán en marcha.Viendo la foto nos sentimos más huérfanos. En España, nuestro presidente no llama a Rajoy para encerrarse con él y buscar medidas entendibles y eficaces aunque sean impopulares y la experiencia nos dice que cuando le ha llamado ha habido acuerdo. Que nadie se engañe. Es seguro que el PP podría hacerlo mejor, que algunos de sus discursos transmiten más angustia a los ciudadanos, pero no es menos cierto que Rajoy, machaconamente, le ha ofrecido acuerdos y ha propuesto medidas, todas ellas rechazadas. Lo de Zurbano fue otra cosa. Fue una puesta en escena para los periódicos extranjeros. Lo necesario, yo diría que imprescindible es que Zapatero, como Sócrates, llame a Rajoy y juntos nos dijeran que no estamos solos.
Sin embargo hay momentos en la vida de un país que se vuelven espesos y desconcertantes. Hay momentos que producen una enorme fatiga y un punto de desolación cuando los ciudadanos no saben a dónde mirar. No saben dónde mirar cuando la crisis se vuelve galopante pese a que el número de hipotecas haya aumentado y por enésima vez desde el Gobierno se nos diga que lo peor ha pasado. Quieren saber que piensa el Gobierno -el de todos- de los intentos de tumbar la ley de amnistía y que piensa el PSOE del bloque creado en Cataluña. En España hay perplejidad y un profundo sentido de orfandad política. Es en los momentos difíciles y complejos cuando los ciudadanos quieren un acompañamiento efectivo y aquí y ahora nadie se siente acompañado por nadie. En medio de su crisis, los portugueses hoy están más tranquilos que ayer. El presidente socialista Sócrates no dudó -dada la gravedad de la situación- en llamar al líder de la oposición, consciente de que el tiempo es factor clave para que el enfermo no agrave su estado. Las medidas acordados por ambos no son fáciles y algunas de ellas especialmente complicados para un presidente socialista pero se presentan como insoslayables y en cuestión de días se pondrán en marcha.Viendo la foto nos sentimos más huérfanos. En España, nuestro presidente no llama a Rajoy para encerrarse con él y buscar medidas entendibles y eficaces aunque sean impopulares y la experiencia nos dice que cuando le ha llamado ha habido acuerdo. Que nadie se engañe. Es seguro que el PP podría hacerlo mejor, que algunos de sus discursos transmiten más angustia a los ciudadanos, pero no es menos cierto que Rajoy, machaconamente, le ha ofrecido acuerdos y ha propuesto medidas, todas ellas rechazadas. Lo de Zurbano fue otra cosa. Fue una puesta en escena para los periódicos extranjeros. Lo necesario, yo diría que imprescindible es que Zapatero, como Sócrates, llame a Rajoy y juntos nos dijeran que no estamos solos.