Un precedente

22/07/2011 - 00:00 Charo Zarzalejos

 
   Al margen del juicio que a cada cual merezca el momento y las formas en la que Francisco Camps ha dimitido de la presidencia de la Generalitat valenciana, es bastante obvio que ha creado un precedente. En nuestra democracia no se estila esto de las dimisiones y sí el canibalismo político, el "tú más" y, sobre todo, el vicio de considerar grave lo ajeno y "explicable" lo propio. Para Camps no ha tenido que ser fácil decir adiós a su cargo y aunque se le pueda criticar por muchas cosas, hay algo cierto y es que se va con tres mayorías absolutas a su espalda, con sus cuentas y bienes_muy escasos_colgados en internet y proclamando su inocencia a la que tiene derecho hasta el mismo momento en que la justicia dicte sentencia demostrando su culpabilidad. Para el Partido Popular ha sido un alivio en la misma medida que para el PSOE un tropezón en el discurso y para todos un precedente que no puede caer en saco roto.

   En esta democracia nuestra sólo se recuerdan dos dimisiones; la de Demetrio Madrid, cuya inocencia acreditó la Justicia y Antoni Asunción. Como ministro de Interior asumió la responsabilidad de la fuga de Roldán y se fue. Estos dos casos se pierden en la noche de los tiempos. No ha habido más hasta que ha llegado Camps y guste o no guste a sus adversarios, ha creado un precedente de mayor exigencia. Ha establecido el listón para lo que pueda pasar. Un debate pendiente es si para dimitir hay que haber rozado el Código Penal y sólo cuando se está imputado o procesado debe abandonar su cargo.

   La política es una ciencia complicada por su inexactitud pero debe revestirse de los conceptos que la hacen digna como es el de la honorabilidad, la buena gestión de los recursos ajenos, y la autoexigencia de un plus de ejemplaridad. Quienes no cumplan con estos requisitos deberían dejarla o ser impulsados por sus compañeros a su abandono Camps se va porque está procesado por, supuestamente haber recibido tres trajes como regalo. El problema no son los trajes y ni siquiera que se los hubieran regalado como alega la fiscalía. El problema es quien supuestamente se los regala. Por eso, en política tanto riesgo tiene equivocarse en las decisiones que se toman cómo en los amigos que se eligen. En política es mejor no tenerlos.