Un sin gobierno

13/12/2019 - 11:47 Jesús de Andrés

Es evidente que los españoles han decidido que gobierne Pedro Sánchez, que gobierne el PSOE, partido que ha ganado las cinco elecciones celebradas este 2019.

Hace dos días era verano y ya estamos en navidades. El tiempo tiene esa dimensión subjetiva por la que parece pasar volando a la vez que cosas ocurridas hace unos meses se nos antojan lejanas, remotas, como de otra era. En el ámbito político, sin embargo, hay pocos cambios. Seguimos instalados en un permanente déjà vu, una paramnesia por la que todo nos suena a ya vivido, a haber estado antes aquí. Un continuo día de la marmota en la que cada uno de nosotros somos Bill Murray a la hora en que suena el despertador cada mañana. Han sido cinco elecciones generales en menos de cinco años: el 20-N, el 20-D, el 26-J, el 28-A y el 10 N. Imposible memorizar la sopa de letras, la lista de acrónimos que a poco que nos esforcemos agotaremos en breve. De nuevo, el Rey ha realizado la preceptiva ronda de consultas con los partidos políticos (y ya van ocho) y ha propuesto a Pedro Sánchez como candidato pese a no tener asegurados todos los apoyos necesarios.

Es evidente que los españoles han decidido que gobierne Pedro Sánchez, que gobierne el PSOE, partido que ha ganado las cinco elecciones celebradas este 2019 (dos generales, unas municipales, unas autonómicas y unas europeas). Pero también es cierto que los números no dan, que los errores estratégicos cometidos por todos los partidos han sido muchos. Ninguno se salva: Podemos impidió un gobierno fácil en julio, Ciudadanos también impidió que los 180 diputados que sumaba con los socialistas sirvieran para algo y posteriormente se lanzó al precipicio, el PP ha facilitado con sus idas y venidas el reforzamiento de VOX, el PSOE ha sido incapaz de articular una mayoría a su alrededor… De nada sirve lamentarse del pasado, pero la cuestión es que seguimos en el punto de partida. Suena un día más el despertador y los partidos siguen resistiéndose a arremangarse por el bien común. Poco se puede pedir a ERC, un partido irresponsable que oculta su insolvencia bajo capas de demagogia y populismo, un partido insensato con el que no se puede ir muy lejos porque así lo demuestra su historia. No hay más que repasar las hazañas de Companys o Carod-Rovira para recordarlo. Pero poco se puede pedir al resto, incapaces de aparcar sus ambiciones personales y su ideologización contradictoria con lo que predican.

Llegarán las fiestas y nos olvidaremos por unos días de coaliciones, vetos y barreras. Pero a la vuelta tendremos el problema sin resolver. Lo más probable es que unas terceras elecciones sean infumables incluso para quienes más están haciendo por ellas, pero siempre queda la posibilidad de que este sin gobierno, este sindiós en el que estamos instalados se repita indefinidamente. Tal como ayer.