Una ausencia clamorosa
La ausencia de Rodríguez Zapatero durante los actos principales de la visita del Papa a España proyecta luz acerca del verdadero talante del Presidente del Gobierno.
Como ciudadano, Rodríguez Zapatero puede hacer de su capa un sayo, como Presidente del Gobierno de España tiene obligaciones y servidumbres institucionales derivadas del carácter representativo de su encomienda. El desplante al Papa es un gesto descortés no exento de hipocresía. Por decirlo en corto: sería creíble su papel de activista laico sí hace una año no le hubiéramos visto perder la camisa para enlazar un avión para llegar a tiempo a rezar con el Presidente Barak Obama en un desayuno organizado en Washington. Puede tomar un avión para ir a Washington a rezar con Obama, pero emprende viaje a Afganistán para aparentar una incompatibilidad de agenda que nadie entiende -el año tiene 365 días-, reduciendo así al máximo las posibilidades de coincidencia con Benedicto XVI de viaje oficial por España.
Aparecer con chaleco antibalas en una foto de una guerra lejana para tener una excusa con la que explicar el porqué de su fugaz encuentro con el Papa en el aeropuerto de Barcelona en los últimos minutos de la estancia del Papa Ratzinger en España ha sido un gesto torpe .Recuerda a los malos programadores de televisión, aquellos cuya pretendida habilidad consiste no en producir buenos programas si no en vivir pendiente de lo que hacen los demás canales para contraprogramar .Ya digo, entre infantil y patético.