Una figura protocolaria con muchos años de historia: los Maceros
Sus comienzos en la ciudad de Guadalajara se remontan a 1560.
En el Rincón de esta semana vamos a repasar de forma muy breve la historia de los maceros municipales de Guadalajara a los cuales, tras la creación de la Diputación Provincial de Guadalajara en la localidad de Anguita en el año 1813, se sumaron los maceros provinciales.
Podemos definir la figura del macero como la de un funcionario municipal. Su principal función es la de encabezar las comitivas municipales, llevando en su mano y sobre su hombro la Maza municipal de plata. La prenda de vestir que lleva el macero es un tabardo que normalmente lleva grabado el escudo de la Institución que representa y se complementa con gorra de terciopelo con pluma, medias del color del tabardo y colgante con la medalla de la institución.
El origen del Macero se encuentra en los antiguos desfiles de los reyes medievales que posteriormente se extendieron a los ayuntamientos. Es por ello que la Maza que portan en su mano era antiguamente un arma defensiva que utilizaban los Caballeros en la Edad Media.
Los comienzos de los Maceros en la ciudad de Guadalajara se remontan al año 1560, con motivo de la celebración de la Boda Real de Felipe II e Isabel de Valois en Guadalajara, en concreto en el Salón de Linajes del Palacio del Infantado. En dicha ceremonia los Maceros Municipales se colocaron justo detrás del obispo de Burgos, que celebró la misa revestido de Pontifical. A partir de ese acto histórico celebrado en nuestra ciudad los Maceros fueron participando en todos los actos municipales con pomposidad. Podemos destacar la procesión de la Cofradía de los Apóstoles el día del Corpus Christi, los actos del día 8 de septiembre en honor a la patrona de Guadalajara, la Virgen de la Antigua y por último los actos en los que se han nombrado hijos predilectos de Guadalajara a diversas personas que han dejado huella en la ciudad. Precisamente en el acto celebrado en el salón de plenos del Ayuntamiento de Guadalajara para nombrar Hijo Predilecto de la ciudad al inolvidable dramaturgo, Antonio Buero Vallejo, el 9 de marzo de 1987, uno de los Maceros, debido al fuerte calor que reinaba en el salón, caía de forma violenta al suelo, golpeándose contra la tarima y quedando totalmente inconsciente. Afortunadamente todo quedó en un susto. Hay que recordar que el peso aproximado de un traje de Macero es de cuatro kilos y por ello llevarlo encima en días calurosos es poco menos que realizar un acto de heroicidad.
Con el paso del tiempo, los Maceros del Ayuntamiento de Guadalajara, aparte de las procesiones comentadas anteriormente, han aumentado su presencia en actos como: Inauguraciones de edificios municipales, pregones festivos y tomas de posesión de alcaldes de la ciudad. Es sin lugar a dudas, una de las figuras municipales protocolarias con mas años de antigüedad: Los Maceros.