Una necesidad

13/01/2011 - 00:00 Julia Navarro

En estos días hay quienes se complacen en criticar a los sindicatos. Incluso hay quien más que criticarles les insulta y aboga por su desaparición. Naturalmente no hace falta decir en qué espectro político se encuentran quienes piensan y defienden estas opiniones. Son los mismos que defienden que el mercado no tiene que tener reglas ni control, y que piensan que los trabajadores tienen demasiados derechos y hay que quitárselos. Yo no quiero ni pensar que sería de nosotros, de los que tenemos que levantarnos para ir a trabajar todos los días, si los sindicatos no existieran. Imagínense ahora mismo con la que está cayendo, con las consecuencias que estamos sufriendo por la crisis financiera y económica internacional, y con la petición de los que han provocado la crisis para que se vayan recortando derechos sociales. Sí, es verdad que en estos años pasados los sindicatos han sido demasiado complacientes con el Gobierno Zapatero. Porque una cosa es el entendimiento entre el Gobierno y los sindicatos, si ello supone un beneficio para la sociedad, y otra que los sindicatos, mejor dicho UGT, pareciera un ministerio más del Gobierno. Ya saben que se decía medio en broma, medio en serio, que Cándido Méndez era un ministro en la sombra. Al menos, Comisiones Obreras supo mantener cierta distancia. Pero más allá de que se pueda estar en desacuerdo con ciertas actuaciones de los sindicatos, lo que no podríamos permitirnos es que no existieran. Si CCOO y UGT no estuvieran ahí seguramente el Gobierno ya habría impuesto un nuevo modelo de jubilación en el que todos saldríamos perjudicados. Gracias a la presión, a que los sindicatos han plantado cara, el Gobierno se ve obligado a negociar y puede que a rebajar algunas de sus pretensiones. Porque lo curioso es que seamos los ciudadanos corrientes quienes tengamos que pagar el coste de una crisis que han provocado quienes más tienen, entidades financieras y especuladores sin escrúpulos. Y todo esto mientras en bancos y empresas se continúan premiando con sustanciosos "bonus" a sus directivos. Se nos dice que para salir de la crisis los "mercados" piden sacrificios, y esos sacrificios pasan porque trabajemos más, cobremos menos, nos jubilemos más tarde y con menos pensión, y, además, nos recorten el Estado del bienestar: menos inversiones en educación, menos becas, menos investigación, una sanidad pública en manos de empresas privadas para que las gestionen y hagan su agosto, etc, etc, etc. Desde los años de la Transición hasta ahora, tanto CCOO como UGT vienen demostrando que tienen "sentido del Estado", es decir no son unos sindicatos que hayan reivindicando imposibles. Han sido capaces de negociar, de ceder terreno, de buscar consensos. Insisto, si los sindicatos no estuvieran ahí no es que nos adelgacen el Estado del Bienestar es que de un plumazo lo suprimirían. Por eso, en situaciones de crisis como la que estamos viviendo son más necesarios que nunca. Y hay que decir bien alto y claro que no están solos porque están defendiendo los intereses de todos, por lo menos de todos los que no cobran "bonus".