Unos condenan, otros blasfeman

16/11/2010 - 00:00 Rubén García Ortega

El PSOE ha condenado las cobardes e intolerables amenazas de algunos desaprensivos que, solos o en compañía, se han dedicado a intimidar al alcalde de Illana y al portavoz de la oposición del Ayuntamiento de Cogolludo, al que incluso ocasionaron daños en su vehículo particular, ambos representantes del Partido Popular. En sendos casos lo hizo de forma contundente, sin aditivos ni medias tintas. Por activa y por pasiva. Como partido, por boca del secretario de Organización de la Ejecutiva Provincial y a través del Grupo Municipal Socialista del Ayuntamiento de Illana, cuyo portavoz fue puesto en el disparadero por el propio edil illanito con ordinarias insinuaciones que le situaban en el centro de la diana. Desde determinados medios de comunicación de dudosa independencia e imparcialidad incluso se atrevieron a señalarle con el dedo. Pero hay quien se permite bromear con estas cosas. Y jugar a hacer política de baja estofa. Y a lanzar una sarta de majaderías sin venir a cuento. Solo con la intención de emponzoñar y cumplir al dictado las órdenes del amo. Es el caso de Fátima Torija, presidenta de Nuevas Generaciones del PP, que en una carta infame muestra su apoyo al alcalde de Illana y aprovecha para pedirle cuentas a José Mª Barreda, Mª Antonia Pérez León, Zapatero y al maestro armero. Con extravagancias e insolencias sin desperdicio que me ahorraré reproducir para no dar cuartos al pregonero. Y lo dice ella, que debe creerse el paradigma del espíritu democrático. Ella y los suyos, claro está. Los demás debemos ser unos facinerosos. Ella, que corría vociferando insultos detrás de los insolentes manifestantes que en Sacedón le pusieron la cara colorada a Mª Dolores de Cospedal. Ella, que acaba de aterrizar en la escena política y no se mueve ni un ápice para salir en todas las fotos. Ella, que sirve para un roto y un descosido. Que está dispuesta a hacer de meritoria para subir como la espuma. Otro párrafo de ese escrito ruin es para miccionar y no echar gota. Por aquello de no herir su sensibilidad democrática. Le achaca la señorita Torija a Mª Antonia Pérez León que no haya condenado estos actos en su condición de presidenta de la Diputación Provincial para, a renglón seguido, sentar cátedra: “(...) lo que demuestra una vez más que no sabe estar a la altura de las circunstancias y que le viene grande el cargo (...)”. Ella, que logró el cargo que ostenta en un congreso de palo y tentetieso contestado desde la propia organización y en el que se laminaron las voces discrepantes. Por supuesto, de forma muy democrática. Como demuestra ser poco avezada y pecar de memoria selectiva, me permito recordarle que tuvo que ser el PSOE quien pusiera fin al sectarismo y amiguismo que imperó en la institución durante el mandato de la derecha en el reparto de inversiones. Un puñado de alcaldes de municipios no precisamente pequeños le confirmarían gustosos ese extremo. Durante más de 20 años, no vieron ni un duro de la Diputación por su adscripción política. En este tres últimos años, Mª Antonia Pérez León ha hecho de esa conducta su santo y seña. Es evidente que a la señorita Torija le han contado un cuento que se ha creído a pies juntillas. Y no abundaré más en este asunto, porque la distribución de los fondos de los Planes Provinciales está fiscalizada y a su disposición. Aunque dudo que le interese lo más mínimo. Y lo del corolario final es de traca: “(...) No olvidemos que tanto Pérez León como Barreda son alumnos de Zapatero y, al final, ‘dime con quién andas y te diré quién eres”. Puestos a comparar, ¿hay que entender entonces que Cospedal, Román, Porfirio y compañía son los mismos que esos cargos del PP que cobraban del Gürtell en billetes de 500 euros? ¿O como Jaume Matas y sus consejeros mallorquines que se pegaban la vida padre a costa del erario público? Y acabo, que empiezo y no paro. No, señorita Torija. No todos son iguales en política. Miles de personas anónimas de este país, muchas de ellas de ideología socialista, lucharon durante años por la libertad y la democracia que tu y yo disfrutamos hoy. Incluso antes de que tú y yo viniéramos a este mundo. Que somos demasiados jóvenes para hacer de correveidiles, mujer. Un poco de respeto. Y no pierdas la dignidad, que tu vales mucho. O eso dicen. .