Urdangarín, el yerno
14/12/2011 - 00:00
El abogado y portavoz de Urdangarín, Mario Pascual, discrepa del diagnóstico emitido por la Casa de Su Majestad el Rey a través del jefe de la misma, Rafael Spottorno. Dijo éste para general conocimiento de los españoles que el comportamiento del marido de la infanta Cristina no es "ejemplar".
Y replicó el susodicho letrado que "la ejemplaridad la marca le ley", remitiéndonos así a lo que decidan los tribunales y no a las opiniones de la Zarzuela o los medios de comunicación.
Craso error. Interesado pero insostenible amontonamiento de los planos ético, estético y judicial, como muy bien saben Urdangarín y su portavoz. Efectivamente los jueces dirán si se han vulnerado los códigos: el penal, el administrativo, el mercantil, etc.
Y en eso no se ha metido ni se meterá nunca el señor Spottorno, y menos hablando en nombre del Rey.
Lo que ha hecho la Casa del Rey es calificar una conducta en el plano moral. Con todo el derecho. Entre otras cosas, porque es parte interesada, a causa de la utilización del prestigio de la Corona y la imagen de la Familia Real para hacer lucrativos negocios privados. Eso, de momento, es una aberración ética y estética. Sin perjuicio de que posteriormente los tribunales dictaminen sobre el eventual carácter ilegal o delictivo de tales comportamientos. Y en ese punto, sólo cabe la estricta aplicación de las leyes en régimen de igualdad para todos los ciudadanos, pertenezcan o no a la Familia Real.
Eso incluye el respeto a la presunción de inocencia. Por supuesto.
Pero, insistamos, en el terreno judicial. Ahí se impone un protocolo de obligado cumplimiento cuya norma principal exige el uso de la palabra "presunto" al delito o la falta que podría haberse cometido. Es el recurso habitual en los medios de comunicación. Pero de ninguna manera los medios pueden ver bloqueada su función crítica. Se informa y también se opina, faltaría más. Sobre todo a la hora de entender sobre el grado de ejemplaridad de tal o cual personaje público.
La Casa del Rey entiende que el comportamiento de Iñaki Urdangarín, el marido de la infanta Cristina, no es ejemplar. Y por eso le ha retirado de la circulación en lo referido a presencias de la Familia Real en actos oficiales. Semejante decisión sí que es ejemplar. Sobre todo para esos partidos políticos que se resisten a tomar medidas contra dirigentes bajo sospecha de conductas reprobables mientras apelan a la presunción de inocencia y braman contra los llamados juicios paralelos. Como si la espera de una sentencia definitiva de los tribunales pudiera bloquear la capacidad de entender cuando un personaje público es poco ejemplar o, al menos, deja de parecer ejemplar.
En el caso de Urdangarín, la propia Casa del Real general se ha pronunciado. En términos morales, no judiciales. Quede claro.