Vacunos

31/03/2021 - 10:02 Jesús de Andrés/Guadalajara

El caso es que hace más de tres meses, el pasado 27 de diciembre, que fue vacunada Araceli, de 96 años, la primera persona en hacerlo de Guadalajara y de toda España, y todavía hoy miles de guadalajareños mayores de 80 años no han recibido la vacuna.

iempre me ha llamado la atención cómo en tiempos como estos, con toda la información al alcance de la mano, enseguida surgen los especialistas en cualquier tema que se trate. Las tertulias y las redes sociales se llenan de todólogos que parecen saberlo todo. Hablan de movimientos sísmicos en el sistema Bético, de la geografía de Marte o del tránsito marítimo en el canal de Suez como si fueran doctores en la materia. Pero lo de las vacunas ha sido -está siendo- increíble. Si te descuidas, el primero que ha leído dos entradas en el Facebook te da una clase magistral sobre su elaboración, sus fabricantes, sus reacciones adversas o su indicación por grupos de edad. Por ello, me resistía a hablar del proceso de vacunación, pero todo tiene un límite.

El caso es que hace más de tres meses, el pasado 27 de diciembre, que fue vacunada Araceli, de 96 años, la primera persona en hacerlo de Guadalajara y de toda España, y todavía hoy miles de guadalajareños mayores de 80 años no han recibido la vacuna. La semana pasada se comenzó a vacunar a los docentes en el polideportivo San José, muchos de ellos en la veintena o la treintena (expuestos, sí, pero sin riesgo vital) mientras que sus padres no saben cuándo serán llamados. También se está vacunando a las fuerzas de la seguridad del Estado, lo cual me parece muy necesario, y apenas esta semana se está citando al grueso de los mayores de 80 (tras haber vacunado a los que están en residencias y los de la sanidad privada), pero los de 70 ni están ni se les espera. Parece que todos miráramos para otro lado cuando sabemos que el principal riego de muerte en esta epidemia es la edad. El 65% de los fallecidos desde junio fueron personas mayores de 80 años, lo cual, dada su proporción sobre el total es una auténtica barbaridad. Los que están entre los 70 y los 79, por su parte, han supuesto un 20%. Los menores de 50 años apenas sumaron el 1,5% de las muertes. Sabiendo esto, y habiéndose aclarado que no hay ninguna vacuna contraindicada por edad (todas se utilizan indistintamente en otros países), cada día que pasa supone que habrá personas mayores de 60 y 70 años que morirán en las próximas semanas por no haber sido vacunadas a tiempo.

Más allá de estrategias de vacunación nacionales y autonómicas, de debates epidemiológicos y de disputas políticas, si estamos en guerra contra el virus, todo el esfuerzo debería dirigirse a impedir esas muertes certeras que ya se podrían haber evitado. Se trata de personas, no de animales vacunos. Esta Semana Santa, las únicas procesiones que debiéramos ver es la de ciudadanos de más de 70 años yendo ordenadamente a vacunarse.