¡Vaya fin de semana!
27/05/2011 - 00:00
¿Qué hacemos entonces? ¿Estamos vigilantes ante lo que pueda hacer BILDU como nos recomienda -ahora- Odón Elorza? ¿Se rompe el pacto con el PP en Euskadi como parece pedir -ahora- el señor Eguiguren? Y en otro orden cosas: ¿Nos indignamos con o contra los indignados? ¿Admiramos la generosidad de Chacón o vemos una maniobra inteligente?
Demasiadas incógnitas para un fin de semana en el que, además, nos espera un comité federal del PSOE que tiene visos de ser todo menos aburrido porque al derrotado, ay, se le pierde el respeto y los que antes hacían los comentarios críticos en la puerta de Ferraz y luego ni se atrevían a abrir la boca en las reuniones, adquieren de pronto una locuacidad desconocida hace unos meses. Hay excepciones, claro, pero son las menos.
Y lo de BILDU. No parece serio que ahora, a la vista de los resultados, los que pierden alcaldía se suban a la Parra de la desconfianza y recomienden lo que tantos han recomendado antes de la muy pintoresca y 'pilegallinada' decisión del Constitucional: la vigilancia, sí, pero previa a su oficialidad. Porque el PNV no va a tener más remedio -y seguramente lo hará encantado aunque temeroso- que apoyar a BILDU y en el PSE ya viene siendo costumbre que Eguiguren diga lo que dice y Ares tenga que salir a matizar, desmentir, tranquilizar.
Y dejo para el final lo de los "indignados" que, si bien despertaron la simpatía de tantos cuando el movimiento estalló utópico, alegre, coherente y necesario, no es bueno, por su propio bien que se extienda en el tiempo porque corre peligro de hacerse molesto al ciudadano mismo que lo saludó en sus inicios. Las revoluciones funcionan o bien porque las fuerzas de seguridad -no hablamos ya del ejército que son palabras mayores- se emplean a fondo y mitifican así la revuelta o lo que sea, o bien porque saben surgir, expandirse y luego retirarse a tiempo para no volver en su contra al ciudadano que hasta entonces les había apoyado o mirado con simpatía.
Perpetuar la acampada puede ser un error porque en un mundo mediático como el nuestro, lo que no es noticia, no existe. Ellos han vuelto a ocupar primeras planas por el "higiénico" desalojo de la Plaza de Cataluña que a su vez, digo yo, ha venido provocado por la deseada victoria del Barcelona que enfrentaría, mire usted por dónde, la indignación con la felicidad. Pero al margen de esto, que es puntual, nos parece posible mantener sine die una acampada tan heterogénea y de la que ya se han desmarcado hasta sus impulsores. Ellos sabrán lo que hacen, pero es mejor morir de gloria que de olvido
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