Veraneos intergeneracionales e individuales

09/08/2019 - 13:00 Fernando Almansa

 Yo lo que más valoro de las vacaciones de verano es la convivencia intergeneracional a la que algunos tenemos la suerte de poder acceder.

Como cada año el mes de agosto pone el país en un modo relax y de semi-parálisis de una gran parte de servicios.

Hay rutinas que se repiten cada año, algunas vendidas como noticias de dudosa veracidad pero que dan la sensación al pueblo de serenidad y normalidad. Véase la noticia de “ Los reyes ya están en su residencia de Mallorca”,… cómo cada año…. ¡Qué rollo!, pobre Felipe…., si fuera cierto, desde que nació, lo mismo.

Algunos ritualmente van a sus apartamentos de la playa, visitan la casa rural de siempre o se van a sus pueblos de origen o adopción y a repetir felizmente las rutinas establecidas: la partida de cartas, el paseo en bicicleta,  la “charleta” en el banco, el paseo vespertino por la carretera desafiando a todo tipo de vehículos, … Serenidad y olvido de los agobios de la vida de 11 meses al año, o más.

Yo, lo que más valoro de las vacaciones de verano es la convivencia intergeneracional a la que algunos tenemos la suerte de poder acceder; cuatro generaciones en una casa: bisabuela, abuelos, padres, hijos…; sin duda es todo un reto combinar trabajos, horarios; ruidos y silencios, dietas, conversaciones, juegos, turnos de baños,… pero es la vida encapsulada en un microcosmos, donde disfrutar de la compañía y ceder en los espacios personales es la fórmula perfecta de la convivencia intergeneracional.

Otros por desgracia, “vacacionean” , intentando el aislamiento generacional, ingresando a abuelas y abuelos, matriculando a hijos e hijas en un sinfín de actividades “non-stop” hasta el total agotamiento y hasta principios de curso…., de todo hay. Pero sin duda la combinación de convivencia intergeneracional, cuando es posible, y la reserva de espacios propios de reflexión y descanso, es a mi modo de ver una fórmula de enriquecimiento grande que nuestra sociedad debería recuperar con más interés, antes de que la atomización social por un individualismo descerebrado, acabe por desarticular completamente la sociedad.