Verdad y libertad

25/06/2012 - 00:00 Atilano Rodríguez


 El pasado día 2 de junio, con ocasión de la celebración del VII Encuentro Mundial de las Familias, el Papa Benedicto XVI dirigió un discurso a las autoridades civiles, militares y empresariales en las dependencias del arzobispado de Milán. Entre otras cosas, el Santo Padre planteó a sus oyentes la necesidad de tener siempre presente la virtud de la justicia a la hora de pensar en el servicio a las personas y a las familias. Mediante el cumplimiento y observancia de la justicia se ponen las bases para la consecución del bien de toda la comunidad humana.

   Pero el Papa, al señalar las virtudes que deben tener especialmente en cuenta quienes se dedican al servicio del pueblo, no se queda solo en la observancia de la justicia;  releyendo los escritos de San Ambrosio, arzobispo de Milán, señala que el buen gobernante no solo debe imponer a los demás el cumplimiento de la justicia sino que ha de defender el amor por la libertad. Esta debe ser favorecida, apoyada y garantizada por los servidores públicos en todo momento, puesto que  no es privilegio de unos pocos ciudadanos, sino el derecho de todos. En los últimos años, bastantes gobernantes han defendido con frecuencia el derecho de los ciudadanos a una libertad sin condiciones.

  En muchos casos no se tuvo en cuenta que la libertad,  para no caer en el libertinaje y en el egoísmo enfermizo, necesita siempre la referencia a la verdad y al bien. La difusión de estos falsos criterios sobre la libertad en las relaciones sociales ha provocado en muchos ciudadanos confusionismo en lo referente a los derechos de la persona y olvido de las responsabilidades que todos hemos de asumir en la consecución del bien común de la sociedad.

  En estos momentos, aunque aún existe un silencio cómplice por parte de algunos, poco a poco nos vamos dando cuenta de que es imposible establecer una convivencia social basada en la falsedad y en la mentira. La libertad sin la verdad no nos ayuda a ser más verdaderos, sino que nos conduce al egoísmo interesado y a la búsqueda del capricho personal. Solo la verdad permite actuar en libertad y hace posible establecer criterios de justicia en la convivencia familiar y social. En este sentido, Jesús mismo señala en el Evangelio que “la verdad nos hace libres”.

  En estos momentos de crisis económica y financiera, en los que tantas personas sufren las consecuencias del egoísmo y del afán enfermizo de tener por parte de unos pocos,  no podemos quedarnos en la  simple reivindicación de los derechos y deberes de cada uno  ni en la fría defensa de la justicia y de la libertad. En referencia a este tema, el Papa Benedicto XVI afirma en la encíclica “Caritas in veritate” que “La ciudad del hombre no se promueve solo con relaciones de derechos y deberes, sino, antes y más aún, con relaciones de gratuidad, de misericordia y de comunión” (CiV 6).