Vida amorosa de las urracas
Según la nueva ley animalista de Belarra, si apareciera una rata en nuestra casa, podría considerarse mascota y, si la matamos tendremos que pagar multa y hasta cárcel.
Uno de los jóvenes de mi familia, un chico aplicado estudiante de Biología, hace su trabajo fin de grado sobre la vida amorosa de las urracas, estudio centrado en el proceso reproductivo de estos pájaros. Me intriga que un joven se interese por las urracas, aves poco atractivas y con fama de ladronas, conducta que inspiró la ópera La Gazza Ladra, de Rossini, y la aventura de Tintín Las joyas de Castafiore. Yo quiero creer, y espero leerlo en el trabajo de nuestro biólogo Nacho, que roban por amor, para ilusionar a la novia con una joya o para adornar el hogar donde nacerán sus retoños. Me caen bien las urracas porque cada mañana, cuando abro la ventana, las encuentro en el tejado de enfrente cambiando impresiones. Pasean y retroceden, se miran y hablan sin interrumpirse, cortésmente, con educación ¿son una banda de gánsteres o congresistas en su parlamento? Iluminan mis mañanas, dan alegría, como los mirlos cantores, que festejan la inminente primavera dando un Do de pecho en los árboles de Chamberí. Me gustan perros, gatos, abejas, grillos, mariposas, todos los animales son un milagro, son nuestros hermanos pequeños.
El pájaro lira se prepara para enamorar limpiando sus plumas y su casa, buscando flores, botones, piedras bonitas y, finalmente, orgulloso de su aspecto, canta y baila como Gene Kelly, hasta que el pájara cae rendida a sus pies. ¿Quién pudo imaginar y fabricar un individuo vivo semejante? Hay en este mundo millones de criaturas mágicas, miniaturas cinceladas por la mano de un artista excepcional que les dio la vida y el poder de perpetuarse. En un atolón de coral la variedad de sus habitantes y su hermosura es impresionante, he visto un documental y creo que el autor de semejante belleza existe y no es el fotógrafo, que también.
En cambio, abomino de las ratas, habitantes de alcantarillas y submundos. Según la nueva ley animalista de Belarra, si apareciera una rata en nuestra casa, podría considerarse mascota y, si nos sobreponemos al terror y conseguimos matarla con la escoba o el rodillo de las empanadillas, tendremos que indemnizar a la sociedad, con multa de 50.000 € y hasta 18 meses de cárcel. No sé si esta pena se aplicará a las plagas del garaje, detrás de mi coche anida y cría periódicamente una rata grande… ¿tendría que llevarla al veterinario para esterilizarla? No fastidies, Belarra, tía.