Vidas rebeldes

10/11/2018 - 18:45 Emilio Fernández Galiano

La foto, al contrario que el video, genera reflexión, parada y fonda. Cualquier fotógrafo profesional podrá contar mejor lo que pretendo explicar.

De niño me equivocaba a menudo con los términos revelar y rebelar. Tanto conceptual como ortográficamente. No en vano, siendo homófonas y escribirse de distinta manera, al fin y al cabo las dos “despiertan”, una de la oscuridad, el revelado, y la otra del orden establecido. 

No se trata de morir  joven, a lo James Dean o nuestra idolatrada Marilyn, porque no consiste en  convertirnos en mitos, esencia de las muertes prematuras. Se trata de revelarnos para que la foto salga, esto es, parar la peli de nuestras vidas y contemplar la foto. Aunque sea una instantánea. Ya saben, lo de una imagen vale más que mil palabras. Y a lo mejor no nos gusta lo que vemos. A lo mejor nos declaramos en rebeldía. Ahora, los nuevos móviles de Apple tienen una opción para hacer fotos  que se denomina LIVE, y por la que a la imagen se le da vida unos segundos previos. Supongo que lo habrán hecho para “vitalizarla”, la imagen, me refiero, pero a mi el resultado me parece un tanto frustrante, es como un quiero y no puedo, es como tener un gato de escayola y esperar a que maúlle. Una foto es una foto, tal cual, y un video, pues eso, secuencias en movimiento. Pero la foto, al contrario que el video, genera reflexión, parada y fonda. Cualquier fotógrafo profesional podría contar mucho mejor lo que pretendo explicar.

Hace tiempo se puso de moda el que las visitas a casa soportaran estoicamente el video de la boda o viaje de turno. Ahora, ya no ponemos videos, nos hemos convencido de que es bastante coñazo y nos hemos compadecido de nuestros invitados. Y a pesar de que las nuevas tecnologías nos permiten llevar permanentemente una cámara de video en la mano, al final optamos por la foto. La anatomía de un instante, parafraseando a Javier Cercas. Y es que sólo en una foto se puede captar una mirada, como en “El secreto de sus ojos”, una película basada precisamente en un misterio que es resuelto por una fotografía.

Decía que sólo una instantánea puede captar una mirada, ya sea de amor, de odio o inseguridad, sólo esa imagen puede descubrir un sentimiento, congelado y eternizado. Indisimulable. Schopenhauer recurrió a ese instante para definir la arquitectura como “música congelada”. En las pelis se actúa, se puede disimular, en las fotos se revela -¿o rebela?- lo auténtico.

Y hay momentos en que paramos el play de nuestras vidas y no nos convence lo que vemos. Aquí hay que plantearnos seguir el guion o decirle hasta luego al director. Porque, efectivamente, ya no se trata de descubrir lo que el revelado de una foto nos puede desvelar, sino rebelarnos frente a lo que vemos y no nos gusta. Y al contrario que James Dean, en lugar de morir podemos volver a nacer.