Vivir para ver

07/11/2014 - 23:00 Javier del Castillo

No me imagino a Paco Granados el día de la inauguración de la cárcel de Estremera (Madrid), julio de 2008, soñando con pernoctar en aquellas modernas instalaciones durante una larga temporada. Como tampoco me imagino a Mª Dolores de Cospedal en la toma de posesión de Génova adivinando los marrones que le esperaban por culpa de compañeros corruptos, dispuestos a convertir su vocación política en herramienta de enriquecimiento personal ilícito. Tampoco los ciudadanos podíamos imaginar, ni en el peor de los escenarios, la enorme corrupción política que se ha generado en los últimos años. Los escándalos han llegado tan lejos, han creado tal alarma social, que cualquier disculpa o intento de reparar ahora el daño infligido nos parece insuficiente. Cuando escuchas a la secretaria general del Partido Popular y presidenta de Castilla-La Mancha decir que “el PP ha hecho todo lo que podía hacer” en este hediondo asunto, te queda la sensación de que realmente no ha hecho casi nada. Al menos cuando lo tenía que haber hecho. Está claro que la justicia actúa, pero con la lentitud a la que nos tiene acostumbrados.
Cuando ya se lo han llevado. En los partidos políticos y en las instituciones donde han “ejercido” los corruptos no existe constancia de denuncias ni de investigaciones internas para depurar las malas artes del compañero o compañera. Las actuaciones siempre han llegado desde fuera o a través de operaciones policiales, en muchos casos colaterales. Dentro de los grandes partidos se ha preferido mirar para otro lado y hasta se ha llegado a encubrir al imputado. “Quién me iba a decir a mí… No tenía pinta de chorizo; los fines de semana volvía a subirse al tractor de su padre en Valdemoro, seguía viviendo en la casa de toda la vida…”. Cosas como estas ha dicho recientemente Esperanza Aguirre del hasta hace tres años “mi amigo Paco”. ¡Vaya ojo! Y lo dice con la misma ingenuidad con la que pide luego la regeneración democrática. Han convivido con chorizos, pero no se han enterado. Y eso que eran personas de su confianza. El enorme cabreo ciudadano se lo han ganado a pulso los partidos mayoritarios. Ellos solitos han convertido en cuatro días a Podemos en la primera fuerza política en intención de voto. ¡Enhorabuena a los premiados! .