
Vuelven las botargas de Guadalajara
Esta semana está siendo la grande de las botargas. Este año ha habido, además, presentación de un libro, de Santiago Luxán, sobre el tema, y la recuperación de otra botarga colorista y entretenida, la de Valdepeñas de la Sierra más la prometida aparición de los Ojojós de Miedes.
La botarga es un personaje al que no puede calificarse de virtual. Aunque las vemos de lejos, en la televisión, en los periódicos, en las redes sociales que con tanto dinamismo mueve Isabel Nolasco a través del programa “La Ruta de las Botargas” patrocinado por Diputación Provincial, las botargas siguen existiendo, aunque solo sea por un día, y de pueblo en pueblo, cada uno la suya, y la memoria ancestral en la de todos.
Se ha tenido la suerte en Guadalajara de conservarse unas cuantas botargas, que siguieron celebrándose a pesar de vientos y mareas. Después, ya en este siglo, y gracias a los recuerdos de los más viejos, se han ido recuperando otras que hubo, de las que si no documentación escrita o gráfica, sí que quedaron en la memoria de los más ancianos las formas, los colores, y las ceremonias.La botarga es una máscara de origen solsticial de invierno, que aparece en una franja temporal que va de la Navidad (el solsticio concreto) hasta mediados de febrero, en ese momento del invierno en que los días crecen y la naturaleza despierta. Muchas características son comunes a todas ellas, de las que ya se cuentan el medio centenar en nuestra provincia. La figura protagonista es un individuo revestido de traje multicolor, con careta de aspecto monstruoso, cencerros y cascabeles colgando de su cintura, y cachiporras y castañuelas en las manos. Ejecutando simples ejercicios de carrera, salto, trepa y búsqueda, siempre en silencio. Son las comarcas de la Campiña del Henares, fundamentalmente, y de la Sierra y Alcarria, en las que aparecen estas botargas. De este tema tengo escrito un libro que a muchos que lo han leído les ha gustado, sobre todo porque está magníficamente ilustrado por Isidre Monés Pons, con dibujos a todo color de las más espectaculares de nuestras botargas. Pero de todo cuanto se ha escrito sobre el tema, lo más reciente es la aparición de un libro titulado “Botarga la larga” que lo firman Santiago de Luxán y Arturo Lorenzo, y que lo edita Huerga & Fierro en su colección de ensayo “Etnología y Folclore”. Presenta en cuatro partes, ordenadas según las comarcas provinciales, un buen número de fiestas botarguiles, de las que analizan estos aconteceres desde una perspectiva doble: como experiencia viajera, y como estudio etnográfico, de tal modo que los autores (que cuando escribieron este libro acababan de salir de la adolescencia) cuentan los modos en que viajaban y se enfrentaban al fenómeno nunca visto de las botargas serranas y campiñeras, al tiempo que hacían un ejercicio de investigación antropológica describiendo trajes y piruetas, preguntando por sentimientos y actitudes, y recogiendo canciones y sentencias. Es muy interesante la entrevista a Hermenegildo Alonso, el tallista de máscaras de Beleñas que se consagró en Arbancón, y la de Isidoro Moreno, de Majaelrayo, folclorista serrano al que cabe ahora recordar.
Botarga La Larga, el libro de Luxan y Lorenzo.
El pasado lunes 3 de febrero, festividad de San Blas, la Biblioteca del palacio de Dávalos se llenó de aficionados a los libros y las fiestas, para escuchar a los autores de este libro, y ver las evoluciones, bajo los severos capiteles del renacimiento alcarreño, de la botarga de Taracena, todo color y máscara.
La botarga de Valdepeñas de la Sierra
La localidad de Valdepeñas de la Sierra acaba de recuperar la festividad de la Botarga de San Sebastián. Tras muchos años desde su última celebración, allá por enero de 1936, y tras un notable trabajo de investigación, se ha conseguido recuperar y dar actualidad a esta representación. Gracias al tesón de la joven Ana Álvarez Horcajo, el movimiento vecinal ha logrado recomponer esta antigua figura. El trabajo recopilatorio de la información se ha desarrollado gracias a los escritos del folclorista provincial Sinforiano García Sanz, junto con los apuntes personales de la vecina Milagros de la Fuente y los recuerdos de las nonagenarias de la villa.
Antiguamente, la botarga salía la víspera y el día de San Sebastián, que es el 20 de enero. El epicentro de la cita era la antigua ermita dedicada a este santo, y que hoy en día se muestra en ruina pero con sus restos consolidados. La fiesta estaba organizada por la cofradía del mismo nombre, desaparecida en la actualidad. Esta botarga era una figura que se dedicaba a pedir limosna y que portaba un tambor con el que no dejaba de molestar al vecindario. Vestía un traje de paño, de rombos, de llamativos colores, gorro en pico con una borla e iba a cara descubierta. Una cola, semejando al demonio, y un cencerro completaban la indumentaria. A esta estampa se sumaban otros personajes en la fiesta, como el presentador y el oso, los vecinos que hacían el juego del alhiguí o el gaitero local que animaba la cita. También la extinta ronda completaba la jornada.
El pasado sábado 18 de enero, el investigador Ricardo Villar trasladó al público asistente a una conferencia en el Ayuntamiento de Valdepeñas las notas recopiladas y contextualizó la recuperación. Villar fue quien restauró el carnaval tradicional de Riba de Saelices, y colaboró notablemente en la vuelta de las vaquillas carnavalescas de Ribarredonda, Gajanejos o Luzaga.
La recuperada botarga de Valdepeñas de la Sierra.
Ya el domingo 19, a las 11 horas, y desde la antigua ermita, la botarga de Valdepeñas volvió a correr por sus calles. Un joven vecino ha sido el encargado de darle vida, acompañado de los Gaiteros de Villaflores. Tras recorrer los principales viales del casco urbano, persiguiendo a las criaturas y molestando a los mayores, se hizo vermú y aperitivo ante el Ayuntamiento. Tenemos que celebrarlo, pues, porque un pueblo más de nuestra Sierra haya querido, y sabido, recuperar 89 años después, un festejo que cayó en el olvido tras la guerra civil y que suma una figura más al extenso listado de botargas que se desarrollan, en estos meses, en esta zona de la provincia.
Y pronto los Ojojós de Miedes
Volverán a salir el grupo de los Ojojós de Miedes, una fiesta que se había perdido y que volvió a surgir, tímidamente, como de prueba, el año pasado, pero que este de 2025, en el sábado 8 de marzo, primero después de Carnaval, van a dar su voz y su sonido en la vieja población serrana. Se trata de una típica celebración carnavalesca, en la que el Bien y el Mal se encuentran y se pelean. Al menos, ese es el sentido que hoy le da Óscar Ponce Jimeno, cronista oficial de Miedes, y que las ha descrito en su recinto libro sobre “Historia y Folclore de Miedes de Atienza”.
El anuncio de los Ojojós de Miedes de Atienza.
La celebración consiste en salir, ya hecha la noche, dos individuos a los que se califica de “los viejos” que van vestidos con atuendos de gente mayor y antigua, y con sus rostros y manos tiznados de negro. Se pasean por las calles y son acosados por otros dos sujetos, vestidos de blanco, y con una cornamenta sobre amugas en la cabeza, a los que llaman “las vaquillas”. Estos llevan la cara pintada de blanco y en el cinturón cuelgan varios cencerros. Van por las casas pidiendo, propina, vino y rosquillas. Unos y otros no cantan, ni hablan, pero con su sola presencia están diciendo intenciones, y representando sus tendencias. Luego, ya muy de noche, salen muchos otros mozos del pueblo, a cara descubierta, y con cencerros en las cinturas, montando la “gran cencerrada popular”. Este año se muestra la renacida fiesta en el contexto de la “Matanza popular del cerdo” y se encarga de hacer realidad el festejo la recién nacida Asociación de Amigos de la Sierra de Pela.