¿Y mi autobús?
06/04/2013 - 00:00
Por unos días nos hemos olvidado un poco de las cifras de la economía, aun alegrándonos de esa pequeña bajada del paro, y en Guadalajara nos hemos preocupado tan solo de tres cosas, aparte de la Champions claro. Una, esa posible alineación indebida en que podría haber incurrido el Deportivo en el partido que ganó ante Las Palmas. La documentación aportada por el club está ya en manos de la Real Federación Española de Fútbol y nuestro nombre, otra vez, en toda la prensa deportiva nacional por temas no estrictamente futbolísticos. Esperemos que finalmente quede en nada, al igual que el juicio que comienza a finales de este mes por la ampliación de capital. El segundo problema es la incesante lluvia que cae sin parar y que lleva al Henares crecido por la capital para temor de los vecinos de la zona que ven como se ha desbordado en Yunquera por el desembalse de Beleña. Los arroyos, manantiales, chorreros y ríos bajan con fuerza por toda la provincia. Los campos están verdes como hacía tiempo. Paisajes bellísimos. Además los embalses están llenos y el abastecimiento garantizado para tiempo.
Y el tercero de los quebraderos de cabeza es el cambio total que han sufrido las rutas, horarios y frecuencias de los autobuses urbanos de Guadalajara desde este lunes. Todo un lío y desconcierto para los usuarios en estos primeros compases de una nueva etapa más moderna y funcional en la que se esperará menos tiempo para coger el autobús, se darán menos rodeos y se llegará antes al destino, al haberse aplicado un poco más de lógica en el diseño del mapa. El caos viene de tantos años de costumbre de hacerlo de otra manera y también porque se han quitado muchas paradas y no se sabe dónde ir a cogerlo. La solución, preguntar por teléfono, en los centros de información, a los conductores o al resto de viajeros en general. Lo más negativo, y tal vez ahí se han excedido, es alejar tanto de algunos viajeros su parada de autobús más próxima. Hay personas con movilidad reducida por la edad u otras circunstancias que precisan esa cercanía y los servicios públicos deben pensar en los más necesitados. Cuando la gente aprendamos los recorridos, nos acostumbremos a los nuevos hábitos y haya pasado un tiempo prudencial para valorar su eficacia y grado de satisfacción, tal vez no esté de más añadir alguna.