Ya era hora

19/03/2011 - 13:32 Victoria Lafora

 
Parece que el Gobierno ha decidido, por fin, meterle mano al abuso de las grandes compañías en los servicios de atención al cliente. No hay ciudadano de este país que no se haya quedado media hora, y más, enganchado a un teléfono esperando que un contestador, con una musiquita ratonera, le pase con la soñada operadora. Eso después de haberle hecho pulsar sucesivas teclas, descartando distintos servicios para llegar, en último lugar, al más utilizado, el de averías. Ese que siempre esta ocupado y al que resulta imposible acceder. No se lo van a creer, pero a partir de la entrada en vigor de la Ley de Servicios de Atención al Cliente, que ha aprobado esta semana el Consejo de Ministros, las grandes compañías, como las de servicios de telefonía, los bancos, los servicios técnicos de los electrodomésticos etc. no podrán dejar en espera a los usuarios más de un minuto desde la recepción de la llamada. Si, han leído bien, no más de un minuto. La nueva Ley contempla también la obligación de las empresas de poner a disposición de los usuarios un servicio telefónico personalizado. O sea, que no te atienda la famosa maquinita con voz robotizada a la que tienes que contar a voz en grito cual es el problema de tu lavadora, y que, tras someterte a una examen implacable, acaba pasándote con el técnico de rigor cuando esta a punto de agotarse tu paciencia. Todo esto sin contar con la mas que probable circunstancia de que, a punto de conseguir la ansiada voz humana del personal técnico la llamada, como por arte de magia, se corta en el momento más inoportuno y hay que empezar de cero con el consiguiente coste de establecimiento de llamada. Porque ese es otro de los elemento para calificar de abuso y tomadura de pelo la atención recibida hasta ahora por los sufridos ciudadanos que, si o si, tenemos que hacer uso de estos deleznables servicios: las llamadas costaban un dinero que iba a las arcas de esas empresas que intencionadamente hacían perder el tiempo a los usuarios. Así que, además de tomarnos el pelo, se forraban. La Ley les obligará a tener un número de atención gratuito. Si, si, gratuito. De esta forma se impedirá que el servicio técnico de averías se utilice como forma de ingresos adicionales o para vender nuevos productos al consumidor incauto. Por si fuera poco, les van a obligar a que tengan un sistema centralizado para que quede constancia de las reclamaciones y las quejas presentadas por los usuarios, además de establecerse un plazo máximo para resolverlas. Es tan razonable, tan lógico, que parece mentira que no se haya abordado hasta ahora. Solo cabe esperar la unanimidad de todos los grupos políticos del Congreso de los Diputados para que den su voto positivo a este proyecto de Ley, y que la anómala situación que hemos padecido sea un mal recuerdo.