Ya está bien

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

El comentario
Victoria lafora Periodista
La presión, por no decir el chantaje, que el Partido Popular está llevando a cabo contra Garzón para tapar la corrupción que afecta a cargos de su partido es intolerable. Ya se han cobrado la pieza del ministro Bermejo y ahora van a por el juez con una querella por prevaricación ante el Supremo. Todo para que no se filtren más nombres y más datos que pongan en peligro lo que consideran que tiene casi al alcance de las manos: ganar las elecciones gallegas.
El cancerbero de la ortodoxia judicial, el ex ministro y ahora martillo de herejes Federico Trillo, confirmó que la querella que han presentado denuncia la “decisión consciente de suplantar la ley”. Suplantar, lo que se dice suplantar, fue lo que se hizo bajo su mandato con los cuerpos de los militares muertos en el Yack 42 a los que se enterró cambiando las identidades. Eso sí que es suplantar.
Lo que a estas alturas todavía no sabemos es qué medidas de presión van a utilizar los populares contra los Tribunales Superiores de Madrid y Valencia para evitar que altos cargos del partido acaben procesados por corrupción, cuando la causa se remita a donde ellos quieren. ¿O es que piensan que perdido el protagonismo mediático de Garzón los votantes se van a olvidar de esta historia? ¿O creen que van a poder hacer lo mismo que con la comisión de investigación de los casos de espionaje de la Comunidad de Madrid, donde a estas alturas han bloqueado todas las iniciativas y no se ha investigado nada?
Lo que sin duda están haciendo es ganar tiempo y que Rajoy vuelva a Madrid desde Santiago, donde se ha instalado desde hace días, con el triunfo en la mano. Ganar Galicia le permitirá, según dirigentes de su cuerda, afianzarse como líder (por lo menos una temporada) y, a lo mejor, sacar coraje para “limpiar” la organización de los salpicados por la corrupción.
Pero, hasta ahora, el coraje no ha sido una de las características del dirigente popular y sí la práctica de mirar para otro lado ante los escándalos de su partido. Aunque hay que reconocer que en cuestión de amedrantamientos el principal partido de la oposición sabe hacerlo como nadie. Utiliza todos sus peones para tapar sus vergüenzas acusando a quien se ponga en su camino. El que faltaba en esta farsa es el vicepresidente del CGPJ, que, sin medir donde está, salió en tromba a defender a su antiguo patrón Francisco Camps. Por la supervivencia del Estado de Derecho esperemos que no asusten a todos los jueces.