Zapatero, el Papa y el paro

15/11/2010 - 00:00 Fermín Bocos

En España tenemos un problema que se llama cuatro millones y medio de parados. Pero de eso Zapatero no habló en su mitin de la campaña electoral catalana. De la creación de puestos de trabajo -un millón en 10 años- habló en Seúl, donde nadie le conocía. En Cataluña no se atrevió a repetir el argumento del supuesto yacimiento de empleo verde que les endosó a los coreanos. No se atrevió, porque allí le conocen y saben de sus profecías incumplidas. Por eso, en Barcelona, habló... ¡del Papa!. Del Papa y del Vaticano que según su decir es el GPS que guía los pasos de Rajoy. Parece una broma pero no lo es. A falta de un programa capaz de generar empleo, Zapatero ha descubierto que el verdadero problema que aflige a los españoles es la interferencia vaticana en nuestras vidas. Hace una semana se despidió de Benedicto XVI anunciado que la aparcada ley de Libertad Religiosa era "importante pero no era urgente". Siete días después dice que "no hará las leyes que quiere el Papa, sino el Parlamento y los ciudadanos". Ya digo que parece una broma, pero no lo es. Es tan verdad que más de un periódico le ha comprado el argumento etiquetando la cosa como un "retorno al discurso laicista". Nada menos. Ya digo que sería para tomarlo a guasa si no fuera porque el problema de fondo devuelve la imagen de miles de ciudadanos angustiados porque no encuentran trabajo. Para ellos, sin duda el "discurso laicista" de Zapatero habrá sido de gran consuelo. Las encuestas pronostican una abstención cercana al 50 por ciento. No me extraña.