Zapatero en la hora de los elogios

05/04/2011 - 00:00 Carlos Carnicero

 
No es sólo un dicho: en España, para que hablen bien de uno, tiene que estar muerto. En política sólo se elogia a quien no se puede votar, es decir, a los cadáveres políticos. José Luis Rodríguez Zapatero tiene toda la legitimidad como presidente constitucional del Gobierno de España, pero es un difunto político que todavía no es consciente de sus propias circunstancias. Ahora, de momento, quienes no están en la operación del PP, le elogian, porque es lo que toca: ya está en fuera de juego para siempre, y ha salido de la política expulsado por las encuestas. Convengamos en que le quedan unos pocos días de gracia; pero no le servirán de mucho ni a él ni a su partido, porque con él se ha ido un proyecto político fracasado. Sigue subiendo el paro y los empresarios siguen reclamando más reformas. ¿Alguien conoce alguna reforma que no haya beneficiado a los bancos, a las grandes multinacionales y a los empresarios? Más reformas significa más recortes. Y se traduce en peores condiciones de vida para millones de personas que no se sienten representados ni por los sindicatos ni por el PSOE ni por Izquierda Unida. Empieza a haber voces inteligentes que predicen el Apocalipsis en forma de rebelión de los que menos tienen ante la espiral de una explosión de diferencias.
    Occidente empieza a parecer un lugar con castas, como la India, en la que unos pocos acaparan la riqueza de todos. Y el PSOE está ausente, se ha quedado embobado mirando una pizarra en la que no entiende ninguna ecuación que se le formula, porque los mercados, los banqueros y los grandes empresarios son unos maestros del engaño. Zapatero tenía necesidad de que le quisieran los poderosos, y le han querido tanto que le han pedido que se quede. Pero las encuestas, los ciudadanos, le han echado de la política, aunque todavía no se haya dado cuenta. ¿El PSOE?, bueno, es posible que para aprender la lección necesite un par de batacazos en las urnas y una docena de años atravesando el desierto sin agua .