Zapatero pasó por Túnez

04/03/2011 - 00:00 Antonio Casado

  A la vista del tratamiento otorgado al reciente viaje del presidente del Gobierno a Túnez, no puedo por menos que reproducir la opinión de Enrique Curiel, un hombre de izquierdas de toda la vida, expresada en uno de los últimos artículos que escribió antes de morir el miércoles pasado: "Zapatero tiene una herida central por la que pierde la sangre a chorros. La herida es su falta de credibilidad ante los españoles. Y recuperarla no es tarea sencilla". Estas frases, recogidas por el obituario que acaba de dedicarle una querida colega, Lucía Méndez, explican por qué en ciertos ambientes políticos y mediáticos se toman a broma este viaje. En el mismo periódico del mentado obituario se recogían con ánimo despectivo algunos comentarios de Zapatero sobre el fusilamiento de su abuelo, la transición del franquismo a la democracia y las ventajas de un régimen de libertades. Menos eco, sin embargo, han tenido las iniciativas del Gobierno, coincidentes con el viaje de Zapatero, para montar en la parte tunecina de la frontera un operativo de repatriación de refugiados procedentes de Libia, que está gestionando la ministra, Trinidad Jiménez, con medios materiales y humanos activados por la Agencia Española de Cooperación. O la apertura de una línea de crédito para que Túnez disponga de 300 millones de euros en apoyo económico al proceso de transición.
   Por la falta de credibilidad de Zapatero, o por lo que sea, a la opinión pública española no se le ha dado la oportunidad de sentirse orgullosa por el hecho de que el primer avión que aterrizó en la frontera libio-tunecina con ayuda humanitaria, ya la semana pasada, era nuestro. Y un segundo avión que aterrizó en la isla de Jerba también era español. Como el que este viernes, el tercero, esta vez en colaboración con la Cruz Roja Internacional, llevaba sobre todo material médico a ese punto de la frontera donde se agolpan miles de emigrantes de distintos países que hasta ahora estaban trabajando en Libia. Qué se le va a hacer.
   Todo eso decae ante la necesidad de burlarse de Zapatero por su supuesta propuesta de exportar a Túnez nuestro modelo de transición a la democracia. Pasto fresco para los corrillos frecuentados por nuestro Tea Party de cercanías. Sus prejuicios les impiden aplaudir el intento de contagiar el gusto por la democracia a quienes en Túnez y otros países tienen o van a tener la responsabilidad de encauzar la ola revolucionaria. Dicen que es meterse donde no le llaman. Pero otros ponemos en valor que haya sido el primer mandatario occidental que visita Túnez después de la revolución de los jazmines. Me parece excelente que se asocie la imagen de España con el apoyo a los movimientos populares que en esa región del mundo se están produciendo en nombre de las libertades y los derechos humanos.
   
  
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