Zapatero tal como es
28/06/2011 - 00:00
Al escuchar al presidente Zapatero en su discurso matutino sobre el estado de la nación he tenido la misma impresión que me ha transmitido siempre desde que emergió hace once años al primer plano de la política española. La impresión es la de que estamos ante una de las personas más limpias y más transparentes de la política española, si no la más. Y de que se trata del político más comprometido con la necesidad de llevar a España a las mejores cotas en todos los ámbitos. Aquí lo que ha ocurrido es que esta persona ha tenido la mala suerte de tener que afrontar la crisis económica desde casi el principio de su segunda legislatura, y le ha sucedido como al resto de sus colegas europeos y de todo el mundo afectado por la crisis: que el deterioro político le ha venido impuesto, por encima de su gestión y de su personalidad, circunstancia en la que sus errores han jugado un papel, naturalmente, pero un papel estrictamente secundario. Pero la política es así y los que ahí se meten ya deben saber lo que les puede suceder.
Dicho eso, reitero mi postura de que hace un año y pico debió dimitir o negarse a aplicar una serie de medidas que contradecían de plano su programa y sus convicciones. No sé muy bien cómo se habría hecho eso, pero sé muy bien que no ha valido la pena su obstinación en seguir adelante, aunque estoy seguro de que lo ha hecho con su mejor voluntad y su mejor deseo de servir a España y a los españoles. El discurso ha sido el propio del buen político y de la buena persona que Zapatero es, en contraste con muchos portavoces que inmediatamente glosaron sus palabras. Algunos de esos portavoces no le llegan ni a la suela del zapato y se han permitido el lujo de ofenderlo y de ignorar la parte positiva, que está en toda la primera legislatura y en todo lo que durante la segunda queda fuera de la crisis. Zapatero será muy pronto rehabilitado por la historia próxima, cuando se le reconozca tal como es y cuando se disciernan sus aciertos numerosos y el sentido de su gobierno de sus errores y carencias en la administración de las consecuencias de la crisis.