Conflicto constitucional
En la situación actual de nuestra democracia, estamos convirtiendo un conflicto constitucional en un conflicto generacional.
En la situación actual de nuestra democracia, estamos convirtiendo un conflicto constitucional en un conflicto generacional. Es decir, a medida que nos alejamos de la infancia o de las raíces de nuestros orígenes, tendemos a olvidarles. Hoy día existe entre nosotros una generación que no conoció nuestro nacimiento como Estado moderno. La llamada reforma de la Constitución vigente se va a plantear como el choque de dos generaciones. Existe el peligro de recorrer un camino en sentido contrario. La Constitución actual nació para unir lo que estaba dividido, mientras que hoy, muchos quieren su reforma para dividir lo que está unido. Es más fácil separa que unir, escribir la diversidad que la unidad. Tenemos miedo de dañar la pluralidad y parece que no nos importa debilitar la unidad. Es más rápido demoler que reconstruir.
El eje temporal o generacional es inevitable. Aun aquellos que piensan en una reforma de la Constitución tienen que contemplar el futuro generacional. No se puede emprender una reforma para el hoy circunstancial. Se trata del Estado, de su estabilidad y sostenibilidad. Sin embargo, la presión viene hoy por parte de intereses de grupo, aunque se llamen partidos. La función de una Constitución es preservar la unidad del Estado donde hay que encajar la existencia de intereses de clase. ¿Para qué lo llaman reforma si lo que quieren es independentismo y secesionismo?
El pueblo ignora la reforma constitucional. El discurso nace del interés que muestran ciertos partidos para que sus objetivos, como tales, sean colgados o incluidos en la Constitución convertida así en un tablero de anuncios o de ofertas electorales. La teoría del paraguas. Lo que tiene que amparar la Constitución es al Estado. En definitiva, lo que algunos pretenden con la llamada reforma, es elevar a rango constitucional lo que son simples objetivos partidistas propios.
Hay otros grupos que buscan la llamada “laguna constitucional” tomando como tal el momento en que la Constitución no tiene una respuesta a sus pretensiones como partido político. La Constitución no puede responder a todos los partidos sino al único Estado que ellos forman. No existe el vacío constitucional. Tampoco la reforma aludida es una cuestión de vida o muerte del Estado como pretenden señalar algunos para señalar su urgencia. Hay modernización de la sociedad más allá de la reforma constitucional y se necesita más valor para cumplirla que para renovarla.