Enrique Delgado

25/10/2025 - 14:05 Pedro Villaverde Embid

Bondad, humanidad, inteligencia, sentido del humor, valentía, honestidad, autenticidad, arte con mayúsculas y amistad.

Son algunas de las definiciones que se nos ocurren al pensar en un fotógrafo, antes maestro rural como fue Enrique Delgado, un hombre sabio que deja un legado inmenso integrado por centenares de fotografías, en las que dominan las líneas geométricas, pero sobre todo la capacidad de captar lo que a cualquier otro le pasa desapercibido de un lugar o cualquier situación, por su carácter observador, paciencia y meticulosidad a la hora de hacer una fotografía para lo que no le importaba tardar lo que fuese en disparar. Ver una colección suya, como la que expuso en el museo Sobrino, es sorprenderse, admirarse, disfrutar de un mundo de sensaciones, de pequeños, casi imperceptibles detalles. Hizo fotos por todo el mundo y muchas no sabemos de donde son porque podrían haberse realizado en cualquier parte, lo importante es lo fotografiado, fruto de una mente perspicaz, atenta, curiosa y llena de talento.

Pero más allá de la vertiente profesional para nosotros queda la imagen de alguien divertido, sagaz, con gran capacidad de análisis, enérgico, la impronta de un amigo. Este último mes le hemos podido recordar en la galería Art Room, espacio experimental, donde ha tenido lugar la exposición titulada ‘LENGUAjeje en cuerpo y alma’, un proyecto que había iniciado con su compañera de vida, Laura Domínguez, y que ella, otra creativa, con la que compartió maneras de vestir, pensar, sentir y vivir, concluyó para rendirle un homenaje de cariño, para que por ese lugar pasáramos los amigos y elevásemos al cielo una copa de cava brindando con él por la vida, como le gustaba hacer. Allí vimos un extraordinario video de otro fenómeno de la fotografía y la cámara como Javier Castañón, que nos acercó al espíritu de ‘Enri’, un hombre que mejoró el mundo en el que habitó.