Historia de España
Hace ahora justamente cincuenta años nuestro país iniciaba, con incertidumbre, esperanza, temores y grandes dosis de ilusión, un viaje que partía de una larga dictadura, para muchos lo único que habían conocido, y que le terminaría llevando hasta una democracia, lo que no sucedería hasta que en junio de 1977.
Fue precisamente el 15 de ese mes, cuando se votase por primera vez en libertad y en diciembre de 1978 el pueblo español viese promulgada, tras refrendarla en referéndum, una Constitución de la reconciliación, que sentaba las bases de un Estado social, democrático y de derecho, vertebrado por autonomías, consolidador de derechos y libertades públicas, cimentadora de una sociedad libre, inclusiva, integradora en la que tendríamos- tenemos- cabida todos. Antes tendría que haber una amnistía de presos políticos- aquellos sí- y la legalización del Partido Comunista.
Hace unos días nuestro presidente regional, en una entrevista, decía, que con los políticos de ahora no se podría haber hecho la transición y no le falta, por desgracia, razón. Aquella generación tuvo, por encima de todo, sentido de Estado, capacidad de diálogo, objetivo claro de derribar un régimen totalitario para construir un sistema democrático que mirase a Europa y al mundo. Seguramente el miedo a un nuevo enfrentamiento entre españoles jugó mucho en la cautela a la hora de actuar, de no buscar ajustes de cuentas, cacerías de brujas o venganzas, teniendo presente que levantaban un castillo de naipes que para mantener el equilibrio debía hacerse con mucho tiento, sin herir sensibilidades, avanzando con cuidado, acordando, con pasos tranquilos y seguros.
Todo el proceso, culminado con éxito, debe ser contemplado hoy con respeto, reconocimiento a aquella clase política y a toda la sociedad: periodistas, abogados, empresarios, trabajadores... que remaron en una misma dirección, unidos por un mismo fin, el que se consiguió. Toda una lección para sentirnos orgullosos que los políticos de ahora deberían aprender.