La España vacante

02/10/2021 - 14:06 Antonio Yagüe

Un centenar largo de autodenominadas personas de campo, representantes de 23 provincias de nueve comunidades, han sacado de pila en Priego (Cuenca) la plataforma política “España Vaciada".

Un centenar largo de autodenominadas personas de campo, representantes de 23 provincias de nueve comunidades, han sacado de pila en Priego (Cuenca) la plataforma política “España Vaciada”. El nuevo partido, con esta marca a nivel nacional y siguiendo el modelo de Teruel Existe, persigue obtener unos veinte diputados para, a modo de los nacionalistas del PNV y los independentistas de ERC y Bildu, convertirse en una fuerza que decida el próximo Ejecutivo.

La formación espera votantes de distinto signo y hasta baraja presentarse en grandes capitales en busca del voto de nostálgicos desertores del arado. El controvertido diputado por Teruel, Tomás Guitarte, transmitió el hartazgo ante la inacción de la Administración. “El Gobierno de Sánchez produce gran cantidad de documentos y planes, pero no abre una zanja”, acusó.

La apuesta corre el riesgo de conducir directamente a la melancolía. Empezando por el hartazgo de los términos España vaciada y vacía, acuñado con gran éxito por Sergio del Molino. Los filólogos consideran que vaciada es más preciso, pero se divide el mensaje. Se pretende transmitir que la despoblación obedece a la mano humana aunque no se señale culpable concreto. Una especie de victimismo trasnochado.

Desde hace años se multiplican hueros congresos y similares con magras subvenciones públicas. En la madrileña Feria del Libro han abundado ensayos, novelas y manuales con oportunistas títulos como Rutas para descubrir la España Vaciada, con epicentro en Molina de Aragón, o Recetas de la España Vaciada arrancando con el ajoarriero de la Serranía de Cuenca. Los neopijos ya dicen “marcho a la España vaciada” en lugar de “me voy al pueblo”, como se decía cuando sabíamos hablar.

Del Molino ha matizado las falsas interpretaciones de su título que, por ambigüedad poética, puede servir de metáfora progresista o reaccionaria a los activistas contra el vaciamiento demográfico y a la clase política. De paso, ha aclarado su oposición al identitarismo étnico de los nacionalismos catalán y vasco, a la izquierda su aliada, a la extrema derecha que patrimonializa la bandera, o al Gobierno «débil e ideologizado».

Incluso en la España vacía o vaciada hay demasiada gente vacante, decía mi abuela.