Lavanda

12/08/2016 - 18:31 Luis Monje Ciruelo

Por si aún hubiera alguien que dudará de la tradición de la Alcarria como tierra de plantas aromáticas surge con fuerza una nueva labiada.

Por si aún había alguien que dudara de la tradición de la Alcarria como tierra de plantas aromáticas, surge ahora con fuerza una nueva labiada, género al que pertecen también el tomillo, el romero y el espliego, abundantes en nuestra tierra; nueva sólo relativamente puesto que hace muchos años, por lo menos treinta, que un avispado alcarreño se trajo de Francia la idea de que la lavanda, en la Alcarria podría tener su centro. Tan convencido vino de ello que abandonó su profesión docente y se dedicó a dar a conocer esta moderna labiada. Y digo moderna, aunque parece que esta planta aromática y el aceite esencial que de ella se extrae, ya eran conocidos por los romanos, que la utilizaban en los baños, y aún por los egipcios, que la usaban en los embalsamamientos. Así que si todavía se descubre una nueva sepultura de un faraón en  Luxor, es posible que su momia todavía conserve el mismo olor que las alcarrias briocenses. Lo que sucede es que el cultivo de la lavanda se ha comenzado a hacer en serio en los últimos años al descubrir el  aprovechamiento industrial de su aceite. Estoy totalmente desinformado de ello, a pesar de que, como en tantas otras ocasiones, he escrito sobre lo que apenas conocía. No voy a hablar de taxonomía de la lavanda, sino a exponer mis sensaciones personales. Y la primera es que la mayor extensión de lavandas está precisamente en tierras que ya se hicieron famosas hace exactamente tres siglos. Me refiero a las batallas de Brihuega y Villaviciosa en la Guerra de Sucesión entre  las huestes de Felipe V y las de Carlos de Austria, batallas que decidieron que la Casa de Borbón reinara en España como recuerda el monumento de Yela  y que los catalanes aprovecharon después para hablar de Secesión en lugar de Sucesión, y de allí dedujeron sus falsos derechos de independencia de España, porque Barcelona luchaba en el bando de los perdedores. Los ingleses, que apoyaban a Carlos de Austria, como Francia a los Borbones, aprovecharon la lucha ajena para apropiarse de Menorca y Gibraltar, que entonces ocuparon en nombre del austriaco. Nos devolvieron Menorca, pero el Peñón sigue ahí enfrentándonos con los ingleses, que amañaron el Tratado de Utrech para alegar inexistentes derechos sobre la Roca a la vez que amplían con artimañas  las aguas y terrenos cedidos. Pero estábamos hablando de las labiadas, que tanto embellecen al llegar el verano las alcarrias de Brihuega en contraste su morado con el rojo vivo de las amapolas en la vega del Tajuña. Otro día lo haré con más espacio.