Palabras y armas
Estos días hemos visto una imagen terrible: unos soldados armados hasta los dientes, literalmente detrás de un locutor que tenía que informar lo que ellos, con las armas en la mano, le decían.
Parlamento viene de parlamentar que significa hablar, usar la palabra como arma de disuasión, de convicción, de negociación y de compromiso. Los parlamentos se crearon para discutir en el hemiciclo las diferencias de opinión entre los hombres no dejando hablar sólo a las armas en el campo de batalla. La fuerza del hombre está en la razón, en la palabra, no en la explosión de los tiros o bombas y en la amenaza de muerte. Esta es la esencia de la democracia desde el punto de vista antropológico. Lo otro es fuerza y brutalidad ejercida sobre el pensamiento y sobre el hombre.
Estos días hemos visto una imagen terrible: unos soldados armados hasta los dientes, literalmente detrás de un locutor que tenía que informar lo que ellos, con las armas en la mano, le decían. La palabra enfrentada a las armas o las armas como palabra que no es lo mismo que la palabra como arma. Estamos a punto de iniciar una nueva era, una nueva civilización: la de las palabras y del diálogo frente a la solución de las armas. Los ejércitos no están para imponer u organizar la democracia en países que no la quieren bajo el argumento de que así defendemos nuestra propia democracia. Este nuevo paradigma de civilización tiene su tiempo, sus detractores y sus defensores. Yo soy un defensor irremediable del diálogo, de la persuasión y de la concordia. Hipocresía de la democracia o la democracia como hipocresía.
La guerra no arregla nada. Es cierto que el terrorismo tiene un semblante internacional pero dicho terrorismo no se combate con soldados y con guerras. Para esto no se necesita ser antimilitarista. Los soldados no están para construir gobiernos y Estados de otros. El terrorismo internacional se extiende de tal manera que no hace necesaria la presencia militar de otros países para combatirlo. El nuevo mundo necesita nuevas respuestas. Esto no significa ni olvidar ni perdonar el daño que el terrorismo hace a la democracia. China y Rusia están en el antiguo lenguaje, en la antigua respuesta. El terrorismo debe ser combatido desde dentro del país en el que se produce aunque ello conlleve a la guerra o al enfrentamiento civil.
La lucha contra el terrorismo internacional es uno de los temas principales de la política del diálogo en el siglo XXI. Hay que comenzar por regular el control de la fabricación y mercado de armas. El diálogo y la palabra son las principies armas del hombre moderno.