Puente festivo
Verbenas, alegría peñera por la calle, concursos, talleres, juegos, misas y procesiones se repetirán de norte a sur, de este a oeste, llevando vida a cada rincón de la patria chica, propiciando reencuentros y esa escapada llena de nostalgias a donde crecimos o a la que estamos ligados.
Dos son las fechas de más concentración de fiestas en nuestra provincia, la de este puente, en torno a la Asunción y San Roque, y la del 8 de septiembre, Natividad de la Virgen. Verbenas, alegría peñera por la calle, concursos, talleres, juegos, misas y procesiones se repetirán de norte a sur, de este a oeste, llevando vida a cada rincón de la patria chica, propiciando reencuentros y esa escapada llena de nostalgias a donde crecimos o a la que estamos ligados.
Son días especiales, marcados en rojo en el corazón de muchos, y en sitios más grandes ocasión de celebración de actos de interés turístico como el segundo encierro por el campo más importante a nivel nacional en Brihuega, donde también se celebra la particular procesión de la Cera, la impresionante de los Faroles, representando el rezo del rosario a la Virgen de la Mayor o el encierro de la Charcuela, en Uceda. Conciertos o sueltas de reses completan la programación allá donde hay un poco más de población y presupuesto, pero en todo caso, con más o menos actividad, mayor o menor turismo o gentes de los pueblos del entorno, la esencia, el orgullo, el cariño es el mismo en todos y cada uno de los pueblos que se exhiben engalanados, felices de reunir a los suyos en unas jornadas de charlas en la calle, cañas en los bares, bailes al son de las charangas, comidas de familias enteras en las casas y sobre todo buen ambiente, pocas veces roto por la mala cabeza de algunos que faltan al respeto con sus voces, orines o conductas inapropiadas, normalmente por el alcohol.
Por ello en estos días hay que pedir sana convivencia, empatía de unos con otros, precaución en las carreteras porque en los desplazamientos cortos y conocidos existe riesgo de accidente y cuidado en el monte porque una colilla, un cristal, un plástico… puede hacer arder nuestros bellos paisajes. Son momentos para relajarse, disfrutar, añorar y agradecer lo bueno que nos ha dado la vida, un origen, una historia, una familia, un pueblo.