Santos y devotos
Este año incluso se adelantarán las famosas hogueras y otros cantos, ritos, rogativas y costumbres que se han ido perdiendo en parte a causa de la desaparición de la fe.
En una reciente mesa redonda celebrada en Segovia sobre despoblación, tema estrella en estos tiempos electorales, un alcalde-ponente anunció que en su pueblo se ha acordado este año adelantar la festividad de San Juan al fin de semana porque el 24 es lunes ¿Razón? Si se hacía ese día, se desaprovechaba la inversión de la orquesta, los hinchables para niños y se desperdiciaba el presupuesto para fiestas de 200.000 euros anuales. En contraposición, defendió celebrar San Isidro Labrador en el día que le corresponde “porque tenemos que mantener las costumbres, pero no va nadie”.
Muchas otras poblaciones levantinas y castellanas se han apuntado al cambio de la festividad del Bautista, tan arraigada y venerada incluso por el Islam, ubicada en el esplendoroso solsticio de verano. Cuentan que en tiempos no tan lejanos la celebración en Concha era el no va más. Reunía en un baile de película a las mocedades de pueblos vecinos como Hinojosa, Labros, Anchuela, Tartanedo, Establés, Turmiel, Amayas, Pardos, Torrubia o Aragoncillo.
Este año incluso se adelantarán las famosas hogueras y otros cantos, ritos, rogativas y costumbres que se han ido perdiendo en parte a causa de la desaparición de la fe. O simplemente porque la sociedad rural se ha ‘desruralizado’. Como botón de muestra, un juez ha mandado cerrar un gallinero en un pueblo asturiano porque el canto de los gallos y las relaciones afectivo-sexuales con las gallinas molestaba a los inquilinos de una casa “rural”.
En el Señorío muchas fiestas se salvan todavía porque fueron fijadas en relación con el domingo de Pentecostés. Pero el Día del Señor se deja solo para el aspecto religioso, con misas que se parecen cada vez más se asemejan a un viaje del Imserso, sacerdote incluido. Los bailes, comilonas, concursos y jolgorios van por delante, la noche del viernes y todo el sábado. Los cambios se arrastran hacia mediados de agosto, para solaz de jóvenes descendientes o de personas que han comprado y arreglado casas en ruinas o casi. Como San Miguel, en Anchuela, antes emblemático para ajustar pastores, criados y rentas.
“El llanto, sobre el difunto”, argumentaban en mi pueblo para salvaguardar las celebraciones en su día. Como San Isidro, patrón de Labros, labradores y madrileños. Era la primera fiesta de verdad del año en la zona.