
50 años de corazones de vanguardia
Supone para mí un honor rescatar de la memoria colectiva de Guadalajara el 8 de julio de 1976, día en que se celebró la primera manifestación autorizada en España por la amnistía de los presos políticos durante la Dictadura. Ese día, un grupo no pequeño de demócratas se pusieron tras una pancarta por las calles de nuestra ciudad, para exigir valientemente que todo “acto de intencionalidad política” en el que se persiguiera el “restablecimiento de las libertades públicas” no fuera delito y se liberara, por tanto, a todos los presos políticos, así ocurriría un año después, con la Ley de la Amnistía de octubre del 1977.
Si bien es cierto, que será el próximo año cuando se cumpla el medio siglo de esta primera manifestación, no está de más sumar su recuerdo a los actos y homenajes que se están llevando a cabo este 2025 bajo el lema “50 años de España en Libertad”.
La elección de este acontecimiento no es casual, todo lo contrario, está íntimamente ligado al cargo que ostento, pues como subdelegada está entre mis competencias la autorización de manifestaciones de la ciudadanía, garantizando así el derecho fundamental de reunión. Sin embargo, al investigar esta manifestación afloraron conexiones personales que evidencian esa “razón vital” de la que hablaba Ortega y Gasset en la que “yo soy yo y mis circunstancias y si no las salvo a ellas no me salvo yo”. Por ello, quiero convocar en este escrito figuras clave de nuestra democracia española que se convirtieron en generaciones con “corazones de vanguardia”, como las denominaba nuestro filósofo en El tema de nuestro tiempo, y que hoy, más que nunca, debemos elogiar para seguir defendiendo la democracia y las libertades en nuestro país donde el ruido de la desinformación y la crispación están tan presentes.
Ortega nos enseñó mucho sobre “razón vital”, esa razón por la que muchas y muchos demócratas se hacen responsables de sus circunstancias y se proponen mejorarlas. Lo que pocas veces se recuerda es que fue precisamente la muerte del filósofo el acontecimiento que despertó a una de las generaciones más importantes en la lucha contra la Dictadura en nuestro país, la generación de estudiantes del 56, con Enrique Múgica, Javier Pradera, Ramón Tamames y Nicolás Sartorius entre otros muchos.
El 15 de octubre de 1955, fallecía en Madrid, en el más injusto de los ostracismos, el que estaba reconocido internacionalmente como el filósofo español más importante del siglo XX. Ortega siempre defendió la responsabilidad de la ciudadanía para vivir “a la altura de los tiempos”, por ello no es de extrañar que los estudiantes de la Universidad de Madrid se revolvieran ante tanto silencio y poco reconocimiento. Rápidamente entendieron que ellos representaban esos “corazones de vanguardia” de los que hablaba ese maestro al que solo leyeron y convirtieron su funeral en la que es considerada la primera manifestación contra la Dictadura. Desde el silencio, pero también desde la indignación se alimentó la revuelta estudiantil del 56, la de “los hijos de los vencedores y vencidos”, una generación de vanguardia que estaba descubriéndose demócrata y quería vivir en una España de libertades.
Casi un cuarto de siglo después, en 1976, en Guadalajara, una nueva generación de “corazones de vanguardia” recogía los frutos de los jóvenes del 56 y gritaba con valentía por la libertad y la amnistía de todos los presos políticos del Régimen por las calles de Guadalajara, convirtiéndose en la primera provincia española cuyo Gobernador civil autorizaba una manifestación por la amnistía, bien por mi antecesor.
Conocer este acontecimiento ha representado para mí un doble honor, no solo por descubrir el papel destacado del Gobierno civil, sino por descubrir en la hemeroteca del momento, que en la cabecera de esa manifestación estaba el joven profesor de Filosofía Javier López, a quien que yo conocería años más tarde como amigo y compañero del departamento de Filosofía en el IES Antonio Buero Vallejo. Javier López fue una persona excepcional para todos los que le conocimos, pero sobre todo fue un gran demócrata, dos condiciones que por otra parte nunca van separadas.
Democracia, filosofía, jóvenes, demasiadas convergencias para no apostar por un objetivo claro con este escrito, convocar la fuerza de las generaciones con “corazones de vanguardia” que nos han precedido y han consolidado nuestra democracia. Su recuerdo debe despertar la conciencia demócrata en nuestra juventud del siglo XXI, en especial la de los nacidos en 2007 que se convierten este año en ciudadanía de pleno derecho, entre ellos mi hija, en cuyo futuro y en el de sus coetáneos pienso cuando escribo estas líneas.
La España del siglo XXI es una democracia con unos derechos de ciudadanía civiles y políticos consolidados, pero sobre todo con unos derechos sociales, gracias al esfuerzo progresista, que deben ser constitucionalizados. Una democracia social que convierte nuestro estado del bienestar, gracias a la sanidad, la educación, las pensiones y la seguridad, en un referente mundial en igualdad de oportunidades y verdadero patrimonio de los demócratas. Sencillo y fácil parece recoger en un solo párrafo todas las claves de nuestro éxito democrático, pero toda la ciudadanía madura sabemos que no ha sido así.
Los “corazones de vanguardia” de nuestras jóvenes generaciones deben ser conscientes de su misión como demócratas, despertar su conciencia ciudadana y trabajar por entender que el bienestar no es comodidad, ni los derechos de ciudadanía algo dado, todo lo contrario, es una responsabilidad a conservar y progresar.
Nuestros tiempos son difíciles, pero son los nuestros, trabajar por la convivencia, el respeto al estado de derecho, la igualdad de oportunidades, la responsabilidad con un medioambiente sostenible y la libertad en un país globalizado bien merece el empeño de nuestra “razón vital”, por nuestro presente y futuro como demócratas y por España. Jóvenes demócratas, ¡DESPERTAD!