Abril lluvioso, desde la ventana

21/04/2020 - 14:11 Pedro Villaverde Martínez

La naturaleza necesita de esa agua aunque nosotros estemos en casa. 

Dejamos atrás ya a ese marzo ventoso que el refranero termina con abril lluvioso sacan a mayo florido y hermoso, aunque ni el tiempo parece importar cuando su contemplación para muchos es tan solo a través de la ventana. La primavera ha venido aunque nadie sepa cómo ha sido y lo cierto es que con este estar pendiente casi en exclusiva, como no puede ser de otra manera, del virus, hemos pasado ya la mitad de este mes que lleva el apellido de lluvioso y que afortunadamente tras un invierno seco parece responder al mismo, pues la naturaleza necesita de esa agua aunque nosotros estemos en casa, incluso de haberse celebrado la Semana Santa habríamos lamentado alguna suspensión de procesión por su causa.  ‘Algunos dicen que en abril aguas mil, pero todas caben en un barril’, bienvenida sea la lluvia.

  El problema sanitario y económico que arrastramos desde mediados de marzo, por otra parte, quiere acompañarnos no sabemos cuánto, aunque bueno será recordar aquello de que no hay mal que cien años dure. Deseamos que este nuestro país, y el mundo entero, sepan conducirse sabiamente en la gestión de una crisis grave. Sabemos que gobernar es complicado y hacerlo bien casi imposible, pero habrá que poner el máximo empeño en una situación donde los recursos se hacen insuficientes para atender tantas necesidades y remar de manera conjunta, aunque se piense diferente. Quienes gobiernan, quienes hacen oposición y todos cuantos formamos parte de la sociedad en que vivimos debemos perseguir una misma finalidad.  Si miramos, o lo intentamos al menos, a los muchos problemas que la situación actual conlleva, más allá de lo estrictamente sanitario, nos daremos cuenta de la dificultad que la ambición por el poder puede suponer a la hora de estos acercamientos. Sin la política, ese arte con el que los dioses dotaron al hombre, no nos entenderíamos, y ahora la reivindicamos más que nunca. El problema es dicha ambición de unos y otros. Y como a buen entendedor, pocas palabras bastan, concluimos este comentario, en la semana de Pascua, con el deseo de que los gobiernos, incluidos los europeos, sepan dar respuestas a las nuevas realidades mientras la enfermedad va sanando. Y que siga lloviendo.