Adel subvenciona las cartas arqueológicas de 85 localidades

17/10/2011 - 14:46 J.Pastrana

  
   El Grupo de Acción Local Adel Sierra Norte subvencionará la ejecución de cartas arqueológicas en los 85 municipios que integran su territorio. Por el momento se han acogido a la subvención 43. Algunas, como la de Arbancón y Arroyo de Fraguas, están terminadas.


  La Junta Directiva de Adel Sierra Norte subvencionará la ejecución de las cartas arqueológicas en los 85 municipios que integran su territorio. De hecho, en estos momentos continúan ejecutándose varias de los 43 municipios que se acogieron a la convocatoria realizada en su día. Así, ya ha concluido la labor de los técnicos en dos localidades, Arbancón y Arroyo de Fraguas, en las que el Grupo de Desarrollo Rural ha invertido un total de 6.000 euros, subvencionando el 84 por ciento de la inversión. El resto han sido aportaciones municipales.

  De igual forma, se encuentra muy cerca de su conclusión la de Jadraque. Las tres son obra del arqueólogo Ricardo Barbas y de su equipo. “Junto al desarrollo de una comunidad, existe toda una serie de elementos que sirven para añadir un valor especial a lo ya conocido o lo olvidado”. Uno de estos instrumentos son las cartas arqueológicas, que funcionan como catálogo de singularidades de especial relevancia para un territorio. Arroyo de las Fraguas, Arbancón y Jadraque son los protagonistas de estas historias, desgranadas mediante sus cartas arqueológicas

  . La historia de Arbancón se extiende a lo largo de siglos. Desde los asentamientos de la edad de Bronce hasta la reciente desaparición del municipio de Jocar, han sido muchos los acontecimientos de los que ha sido testigo esta parte de la provincia. Algunos de los más tristes tuvieron lugar durante la Guerra Civil, etapa a la que pertenece una trinchera de 3,5 kilómetros de longitud que se extiende a lo largo del Alto de la Cruz, en la línea que va desde Arbancón a Cogolludo. El nombre de Arroyo de las Fraguas recuerda a la afanosa vida de la minería en las montañas. Situado en un valle en U en medio de un inmenso verde perenne de rebollos, brezos y gayubas, la zona es tierra de pastos de verano y una agricultura casi relíctica.

  Los restos arqueológicos hablan de los antiguos y duros pobladores asociados a la actividad ganadera y minera. Santotis y su antiguo pueblo y la romería al Sacro Santo Monte del Alto Rey confirman la veneración que desde siempre han sentido por estas montañas sus pobladores. Un trabajo concienzudo El trabajo del arqueólogo consiste en leer e interpretar sobre el terreno cada resto, siendo capaz de diferenciar los distintos episodios históricos que han dejado su huella. Así, pueden encontrar desde un pequeño fósil en las costras calizas de los páramos terciarios hasta restos industriales de los siglos XIX y XX.

  El investigador, bajo los parámetros de una estructurada metodología de trabajo, debe centrarse primero en el estudio previo de las fuentes documentales existentes sobre la zona a estudiar. “Hay que ser un ratón de biblioteca y buscar objetos y textos dispersos que nos llevan poco a poco a estructurar y planificar el posterior trabajo de campo”, prosigue Barbas. También los informantes locales son un verdadero tesoro para el arqueólogo. “Nos dan cuenta de la fabulosa tradición oral y la información de la toponímica menor, que tantos y tan buenos resultados añaden a la información arqueológica”.

  ?El trabajo de campo lo caracteriza el paso lento pero firme del arqueólogo sobre el terreno, siempre en grupos de prospección. Campos de cultivo, densos bosques de encinar y otros terrenos son explorados en busca de una pieza susceptible de ser importante. “En ese momento el corazón se acelera”. Todo el trabajo de campo es documentado día a día para, después, acometer el trabajo de gabinete. Entonces es cuando “las piedras hablan”, abriendo las puertas a la memoria más profunda del municipio.