“Ahora me siento con capacidad para decir lo que quiero”

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Por: Redacción
LITERATURA
Elvira Lindo prepara la segunda edición de ‘Lo que me queda por vivir’
La gaditana, que hace casi medio siglo, ha trabajado como guionista y locutora y ha recibido diversos premios y menciones, entre las que figuran el Premio Nacional de Literatura Juvenil (1986) y el Premio Atlántida del Gremio de Editores de Cataluña (2009).
En su faceta de novelista destaca su trabajo en la saga infantil Manolito Gafotas, que le ha valido el reconocimiento de la crítica y el público en todo el mundo, así como sus últimas novelas para adultos El otro Barrio (1998) y Algo más inesperado que la muerte (2003).
En declaraciones a los periodistas, Elvira Lindo subraya que, en un principio, necesitó el apoyo de sus seres queridos para publicar esta novela, en consecuencia se le agradeció ya que, según ella, “tuve mucho miedo”. Para escritora es “inevitable” que el público, la crítica y los periodistas capten partes de vida en la novela.
Esta novela transita a medio camino entre la ficción pura y dura u sus recuerdos de juventud en el Madrid de los ochenta. “Ahora me siento con capacidad para decir lo que quiero. Hay autores que siempre tocan el mismo palo y otros que no, y no me parece ni bien ni mal, pero yo he evolucionado. Cuando escribes una obra tan arrebatada, te sientes libre, te sientes bien”, ha dicho.

Por este motivo, esta obra con nombre de bolero nos muestra que “en la vida hay muchas vidas diferentes” y que narra la historia de una mujer, Antonia, que revisa su pasado para poner las cosas en su sitio, para exorcizar los recuerdos de una década llena de cambios. Antonia vuelve a Madrid, la cuna de La Movida, con la única compañía de su hijo Gabriel, de tan solo cuatro años, quien protege a su madre del desamor sin conocer aún los extraños caminos de las relaciones adultas y huyendo así de su papel de “mera comparsa”.

Hablar de sentimientos no ha sido fácil, según Lindo, ya que “es más sencillo describir una escena de sexo que la pasión que sentimos por otras personas”. “No es que el amor sea un tabú aquí, pero creo que nos falta educación sentimental”, declaró para añadir que “esto tiene mucho que ver con el pudor español. Somos personas muy abiertas y sin embargo tenemos un pudor extremo a la hora de hablar de lo que sentimos. Y eso se traduce en el cine, en la literatura. Te dicen: bueno, eh..., no te vayas a poner sentimental”, ha precisado.

La gente ahora es muy insegura
Lo que me queda por vivir refleja la fuerza de esta época de cambio sin demasiada nostalgia, también revela el pulso vital de una edad difícil pero dinámica, en que la conciencia social formaba parte del ambiente y los trabajadores se sentían protegidos por la camaradería. “Ahora la gente no se encuentra con fuerzas, todo el mundo está muy inseguro, buscándose la vida. Ya nadie se atreve a protestar. No es que fuéramos más valientes, es que estábamos más seguros. Luego había otras cosas que eran peores, claro”, ha subrayado la autora.

Asimismo, Elvira Lindo destaca las miserias de los 80, lejos de la idealización de La Movida y de sus convicciones. “Me da mucha rabia esa idealización de los 80, Fue una época necesaria pero también tuvo cosas muy negativas, como la droga”, afirmó. Para concluir agrega que “en los años ochenta, cuando –el entonces alcalde Madrid– Tierno Galván decía aquello de Quien no esté colocado, que se coloque, pues quedaba muy divertido, pero algunos jóvenes pensábamos que ese señor no tenía ni idea de lo que era la droga”.