Almonacid de Zorita se une en torno a las alfombras del Corpus Christi
El día del Corpus siempre ha sido fiesta de guardar en Almonacid de Zorita. Después de la Misa, la Procesión circuía el pueblo por sus calles principales, que se engalanaban con mantones, tapices y alfombras, siempre los mejores y más lujosos de cada vecino. En otros tiempos había incluso representaciones de autos sacrementales y capeas taurinas.
Los años de la emigración trajeron consigo la pérdida de muchas costumbres en el medio rural. En la villa almorcileña, una de las que se resintió, aunque nunca llegara a desaparecer del todo, fue la de engalanar las calles y decorar altares por barrios, representando en cada uno de ellos el Corazón de Cristo, con motivo de la fiesta de Corpus.
En el año 1974, Engracia, la esposa del médico que había entonces en Almonacid, José María Madrigal, relanzó con fuerza la celebración del Corpus. A la que ya era una bella iniciativa almorcileña, la canaria le añadió la práctica de decorar las calles con alfombras hechas de flores, posos de café y de otros muchos materiales, pero siempre de bellos colores, con reminiscencias isleñas. La iniciativa se extendió por el pueblo, nunca mejor dicho, y desde hace décadas, el recorrido íntegro de la Procesión, queda engalado por prácticamente dos kilómetros de estos “tapices”, que componen estampas maravillosas en las calles almorcileñas.
No ha sido menos el Corpus de 2017. Incluso antes de que las primeras luces del día alumbraran el que se presumía iba a ser un caluroso día de este verano anticipado que vivimos, la villa hervía de actividad. En los días previos al Corpus, los almorcileños, organizados por vecindarios, se habían reunido para dilucidar primero los motivos que se iban a plasmar sobre las calles, y sus colores, para después pasar manos a la obra en su confección.
Así, cada barrio hacía su petición de materia prima al Ayuntamiento, que colabora con la fiesta aportando a quien se lo pide el serrín y la viruta de madera, hoy los principales materiales con los que se confeccionan las alfombras. Una vez teñidos al gusto, terminaron de combinarlos en un bellísimo entramado multicolor, de en torno a 1,5 metros de ancho, que decoró, ininterrumpidamente, el recorrido de la Procesión del Corpus en el mismo centro de las calles.
El pueblo se organizó para que unos barrios retomaran la colocación de las alfombras donde lo dejaban los otros. Sus vecinos se distribuyeron las tareas de tal manera que unos diseñaron las plantillas, otros tiñeron la viruta de madera, y todos se sumaban como mano de obra para darle le hechura final a este gigantesco y bellísimo trabajo manual. Además, frente al altar en el que luego se iba a detener la Procesión, todos los barrios fabricaron una gran alfombra, con motivos variopintos, geométricos e incluso pictóricos. En total, hubo ocho, correspondientes a otros tantos vecindarios. Los veteranos se encargaron de confeccionar el altar, que no suele diferir mucho de unos años a otros.
Así, cada vecindario asumió, con un excelente gusto, la decoración del tramo de recorrido que pasaba por la puerta de sus casas, todas abiertas de par en par. VER ELABORACIÓN ALFOMBRAS. Si el año pasado los almorcileños miraban al cielo, por si se escapaba alguna gota de agua, este lo han hecho por el calor que ha hecho este fin de semana en La Alcarria. La mañana del Corpus, Almonacid lo comparte todo, primero café con bollos y pastas, materiales cuando es necesartio, y por último ayuda entre los participantes para que, a la hora en la que sale la procesión del Corpus, la villa sea una alfombra continua de colores.
Francisco Domínguez, vecino de la calle Gobernador, contaba que ya el viernes por la tarde habían preparado las plantillas, hechas de carton y madera, y decidido los colores. El sábado, tiñeron con una hormigonera el serrín. Y con las primeras luces, se afanaron para plasmarlo en el suelo. A media mañana, el barrio compartía el desayuno. Y pasadas las once y media, estaba la calle alfombrada por una parte hasta la esquina de la Calle del Coso y por la otra, hasta Mayor.
En la Plazuela de la Panadería estaba Charo Toledano, vecina de ese barrio y además concejala de Almonacid. Ellos lo habían hecho al revés. “El viernes preparamos los tintes, el sábado las plantillas”, explicaba. La alfombra que han “tejido” este año frente al altar era espectacular, realzada además por la ligera pendiente del lugar. El aire no había movido ni una viruta de color, por lo que lucía preciosa, minutos antes de la procesión. “Despues de ver el pueblo tan bonito, me queda sensación de orgullo de haberlo conseguido decorar todo un año más. Por otra parte, ha sido estupendo comprobar cómo, en los últimos años, se observa que la tradición ha calado en los jóvenes y que son ellos quienes asumen la responsabilidad de decorar las calles, altares y alfombras de sus barrios, con lo que la esta bella tradición tiene asegudada su continuidad”, terminaba.
Adolfo Camarero, uno de los vecinos de la calle Trinquete, explicaba que desde las siete y media de la mañana su familia había planteado otra de esas grandes alfombras, en este caso frente al ara de su calle, primero marcándola sobre el suelo, y luego dándole consistencia con el color. Unos metros más abajo, en la calle de San Sebastián habían elegido este año unos motivos geométricos para hacer la alfombra, de serrín fino, teñido con cuidado. Como motivo religioso, habían representado un cáliz.. Dos vecinos de nuevo cuño, que han comprado casa en la villa hace tres años, Rosa Martínez y Francisco López, colaboraban como “mano de obra”. Además, Rosa, se había encargado a media mañana de preparar un café con bollos. “Nos hemos sentido bien recibidos, como parte del pueblo y nos encanta la convivencia y las tradiciones del lugar”, decían.
En la calle de la Virgen de la Luz estaba Julián Morago, que se había encargado de amasar el serrín y de teñirlo en su barrio. La alfombra simulaba una ermita, viñedos y un lago. Y en Mayor estaba Gustavo Hormigos. “En nuestra alfombra hemos representado las manos de Dios recogiendo una lluvia de flores que simboliza el día del Corpus, con colores fuertes y vistosos”.
Confeccionar el último altar, frente a la Iglesia de Santo Domingo de Silos, es privilegio de la Hermandad del Santísimo Sacramento. Allí estaba Manuel Toledano, que se aplica con la misma entrega a todo lo que tiene que ver con su pueblo. “Cualquiera que se acerque a colaborar, es bien recibido”, contaba ayer. Tanto el altar como la alfombra tenían un acabado delicado. Esta última, con una efigie de Don Quijote y Sancho Panza decía “En tu honor, Castilla-La Mancha”. “Componemos las alfombras con serrín teñido. Los tintes van medidos para que los tonos no cambien, y lo aplicamos con una criba de labor, para que quede tupido y no se noten las uniones”, explicaba. No en vano, su profesionalidad con las alfombras hizo que fueran seleccionados para elaborar 120 metros de alfombra de estas mismas características cuando Atilano Rodríguez fue nombrado nuevo obispo de Sigüenza en 2011.
A la hora convenida, las 12:15 horas, sonaban las campanas de la Iglesia, anunciado la ceremonia. La ofició el sacerdote almorcileño Javier García Toledano, quien le añadió el cariño por su tierra y sus costumbres a la celebración. Lo hizo acompañado por el diácono Gonzalo Barbed. La procesión consiguiente salió por la Plaza de la Iglesia, continuó por la calles de Cervantes, de Natalio Gumiel y Morago y de la Virgen de la Luz, para llegar a la Plaza de la Puerta Nueva. Se adentró entonces en la calle del Gobernador, plaza del Coso, calles de Trinquete y San Sebastián, y de nuevo por la calle de Nuestra Señora Virgen de la Luz, para regresar a la Iglesia por la calle de Luis Fernández de Heredia. Es costumbre que los niños que han hecho la comunión ese año, en 2017 fueron 10, lancen pétalos de rosa en cada uno de los altares y que, sólo una vez que pasa la custodia, se puedan pisar las alfombras. En las balconadas, muchos vecinos colgaron grandes cartelones que recuerdan la festividad, e incluso han sacado también mantones y tapices.
Los hermanos de la Hermandad del Santísimo Sacramento, la entidad más antigua de la villa almorcileña, portaron el palio, bajo el que iba la custodia. Además, en la Procesión del Corpus, encabezándola, salen los estandartes de todas las hermandades de Almonacid, acompañados por la banda de música, que en este caso fue la charanga Los Maniseros de Almoguera. El primer libro de la Hermandad del Santísimo Sacramento que se conserva data de 1714, si bien hace referencia a alguno anterior, que se ha perdido. La Hermandad sufrió una primera crisis, con la Desamortización de Mendizábal (1834-1836), aunque nunca llegara a perderse el culto. Si se perdió entre 1936 y 1964, después de la Guerra Civil. En aquel año, y a instancia del entonces párroco local Epifanio Herranz, y de Manuel Toledano Parra, se refundó la Hermandad, que ha continuado ininterrumpidamente desde entonces.