Amanece que no es poco


La España de Sánchez, poco a poco se va convirtiendo en una localización idónea para el universo que José Luis Cuerda creó para su comedia surrealista de humor delirante y cuyo título expresa a la perfección el hartazgo de la sociedad española: “Amanece, que no es poco”.

Y es que lo que estamos viviendo desde las pasadas elecciones generales a esta parte da para trilogía cinematográfica. Hemos comprobado las tragaderas elásticas y amoldables de cargos y simpatizantes socialistas ante las polémicas y los escán-dalos de su líder y de su séquito: indultos, pactos oscuros con pistoleros, cambios “unipersonales” en la política con Marruecos, Ley de Amnistía, ruptura de la caja única, cesiones continuas ante chantajes y coacciones... Y todo en nombre de la convivencia. No hay nada que controle mejor la izquierda y que compren mejor cier-tos sectores, que usar eufemismos para sus fines nada decorosos. La convivencia ha servido para que, en un abrir y cerrar de ojos, acaben con casi cinco décadas de constitucionalismo, con medio siglo con medio siglo de proyecto común al que nos dimos todos los españoles y que nos ha proporcionado progreso y paz. Desde la convivencia han roto la avenencia entre territorios y han instaurado el régimen de la desigualdad, de la divergencia y de la discrepancia. La coacción es la nueva fuente del Derecho español. Como dirían los Golpes Bajos: “malos tiempos para la lírica”.

El episodio esperpéntico vivido en la investidura del “Molt honorable” Sr. Illa (tal vez lo recuerden de otras películas como: “El comité de expertos invisible”, “El caso de venta de mascarillas en la etapa más cruda del coronavirus” o “La instauración de unas bases del PSC abiertamente independentista”) avergonzó a todo aquel que tiene dignidad y sentido de la responsabilidad. Sus características gafas de pasta y su parsimonia balsámica no ocultaron el gran acuerdo al que llegaron las diferentes partes para hacer disfrutar a todos los espectadores de una obra canallesca con va-rios actos y multitud de actores. De la llegada triunfante del prófugo Puigdemont, sin consecuencias, y posterior huida (ni Sylvester Stallone en “Evasión o victoria” fue tan hábil), ni la colaboración devota de varios mossos d'esquadra (que pagamos todos), ni el discurso esquerrarepublicano del “Molt honorable”, ni la sonora callada del Gobierno de la Convivencia. ¿Dónde está Pedro Sánchez ante este sainete?

Esta situación me recuerda que en la comedia de Cuerda hay un momento en el que Ngé Ndomo, interpretado por Samuel Claxton, y el alcalde, representado por el gran Rafael Alonso, debaten sobre lo clandestino y lo ilegal. Ngé (que me recuerda en esta comparativa al PSOE) quiere pasar a la clandestinidad para poder defender sus derechos (aquí sus oscuros intereses) pero no puede hacerlo sin calambres y sin un gran hermano que vigila sus movimientos. El personaje de Rafael Alonso (papel que podrían interpretar los independentistas), que nada sabe de esas cosas porque siempre ha cometido sus tropelías a la luz del día y a la vista de todos, no entiende qué razones puede tener Ngé para querer ser clandestino. Y Ngé, puntua-liza que no ha dicho que “quiera”, sino “si quisiera”. El fino equilibrio entre el confor-mismo y la conveniencia, entre el querer obrar bien o el tener poca vergüenza.

Mientras tanto, los pactos oscuros entre el PSOE y el binomio Esquerra - Puigde-mont van dando la puntilla a la España que nos dio porvenir, medrando poco a po-co, en el futuro más inmediato de los españoles. El macuto ya va pesando lo sufi-ciente para que notemos el esfuerzo en levantarlo. De pronto, lo notaremos en nuestras inversiones y servicios, ya que el pacto fiscal a la carta para Cataluña dis-minuirá entre 200 y 600 euros por ciudadanos en el resto de Comunidades Autóno-mas.

Nuestro horizonte no parece muy optimista. Algunos ya comienzan a acostumbrarse a ver escándalos nuevos cada día de Pedro Sánchez y su banda y, sobre todo, a ser transigente con que todo en este país se haga al revés. Como en la película, cada mañana, notan sobre sus caras la incipiente luz del sol que les viene por la espalda e imitan a Teodoro (interpretado por Antonio Resines) diciendo: «Mire, pa-dre que nos está amaneciendo al contrario». Y su conciencia les contestará, como lo hizo el personaje de Jimmy: «Lo que yo decía».