Apadrina un Árbol ha plantado 16.000 ejemplares tres años después del incendio
01/10/2010 - 09:45

Por: DIANA PIZARRO
MAZARETE
Tres años después del incendio que arrasó 13.000 hectáreas de bosque de pinares del Ducado de Medinaceli, la Fundación Apadrina un Árbol, creada en 2006 con el objetivo de educar en valores medioambientales a raíz de esta catástrofe, como señala María Jesús Merino, responsable de comunicación de la fundación, los árboles apadrinados tanto por particulares como por empresas superan los 16.000.


Una cifra considerable, aunque todavía con ánimos de crecer, ya que fueron más de diez millones de árboles, principalmente de pinos rodeno, los que se vieron afectados en el fatídico incendio en el que perdieron la vida 11 miembros de un retén contra incendios.
Con el objetivo de regenerar 2.800 hectáreas de terreno calcinado pero, sobre todo, evitar que la catástrofe se vuelva a repetir en el futuro, la fundación cuenta con el Centro de Educación Ambiental en la finca de Solanillos. Aparte de haber conseguido rehabilitar estas instalaciones para niños, universitarios y empresas, su puesta en marcha también tiene una parte fundamental de desarrollo rural para los pueblos de los alrededores, afectados por la despoblación, pues muchos núcleos no superan los 20 habitantes, explicó ayer Nicolás López, doctor en Biología responsable del Área de Medio Ambiente de la fundación. De hecho, actualmente hay 16 personas trabajando en este centro, por lo que podría considerarse uno de los núcleos de población más importantes de la zona.
Regeneración masiva
Después de un recorrido por las instalaciones de Solanillos, los responsables de la fundación mostraron el límite de la zona incendiada, donde se está produciendo una regeneración masiva de roble, apuntó José Ángel Jambrina, agente medioambiental de la Junta de Comunidades, quien realizó, junto con el equipo de la fundación, una muestra del trabajo de resalveo, con el objetivo de eliminar la competencia de aquellas ramas con más probabilidades de crecer, para facilitar aún más su supervivencia. Esta técnica es realizada a finales de otoño y en invierno por los cientos de voluntarios, jóvenes y más mayores, que participan con la fundación. Sin embargo, en el resto de montes públicos no se está realizando aún esta labor, ya que la administración está esperando a que los tallos cojan un diámetro suficiente para tener que entrar lo menos posible al monte, explicó Jambrina.
Energías renovables para abastecer al centro
El ahorro energético y el aprovechamiento de las energías renovables se ha convertido en la filosofía del Centro de Educación Ambiental, el único de esas características de la provincia. Todo el complejo se riega con agua de lluvia acumulada durante todo el año en depósitos pluviales, explica el Nicolás López. A esto hay que sumar las dos fuentes de energía de la finca, como son la biomasa y el sol. Para gestionar la primera disponen de dos calderas gemelas que funcionan alternativamente, y que se nutren de astillas recogidas del monte, la retirada de árboles quemados y la maleza. Todos estos materiales se depositan en los silos, que posteriormente pasan por un sinfín helicoidal y, finalmente, a la caldera, donde se convierten finalmente en ceniza mediante tres tipos de combustión. Con esto se nutre a todo el complejo de agua caliente, incluso a la piscina, ya que a mediados de agosto refresca demasiado por las noches y tenemos que calentarla, explica el responsable de Medio Ambiente de la fundación. Como complemento, el centro cuenta con placas solares que son aprovechadas principalmente en verano, por lo que el gasto de biomasa durante estos meses es muy bajo. En las instalaciones también se cuenta con un huerto ecológico en el que todos los grupos que pasan por allí dejan su granito de arena en forma de semillas. Regado con la eficiente técnica del goteo, se han plantado lechugas, tomates, frutas y patatas, y como la tierra se acaba de echar, ni siquiera hace falta abono, explica López, quien señala que este proyecto está sirviendo también para recuperar cultivos tradicionales de una zona que, según los lugareños, tiene nueve meses de invierno y tres de infierno. Por ello, se han plantado especies de judías y cebollas muy resistentes al frío y al calor. En cuanto a los proyectos futuros, actualmente se está desarrollando un centro de fauna y una granja escuela. No obstante, todavía es pronto para que el ganado paste por el monte, ya que es necesario que la raíz esté suficientemente sujeta. Actualmente también se está trabajando en la recuperación de las lagunas, y con ello diversas comunidades de plantas acuáticas. Sin embargo, los más afectados por el incendio fueron las aves, ya que se quedaron sin lugares de nidificación, lo que se está solucionando con la construcción de cajas-nido, explica el biólogo. En esta empresa, cobra vital importancia la labor de todos los voluntarios, y ahí es precisamente donde se encuentra el mayor éxito de la fundación: en la unión de personas concienciadas con la recuperación de la zona.
Recuperación de las tradiciones perdidas
Con el medio ambiente como protagonista, los niños que disfrutan actualmente del campamento organizado en el Centro de Educación Ambiental, están también descubriendo tradiciones perdidas en nuestra sociedad actual, como la producción casera del pan, la plantación manual de tomates o lechugas... Un verano sin duda para retener conocimientos válidos para todas las épocas.
Con el objetivo de regenerar 2.800 hectáreas de terreno calcinado pero, sobre todo, evitar que la catástrofe se vuelva a repetir en el futuro, la fundación cuenta con el Centro de Educación Ambiental en la finca de Solanillos. Aparte de haber conseguido rehabilitar estas instalaciones para niños, universitarios y empresas, su puesta en marcha también tiene una parte fundamental de desarrollo rural para los pueblos de los alrededores, afectados por la despoblación, pues muchos núcleos no superan los 20 habitantes, explicó ayer Nicolás López, doctor en Biología responsable del Área de Medio Ambiente de la fundación. De hecho, actualmente hay 16 personas trabajando en este centro, por lo que podría considerarse uno de los núcleos de población más importantes de la zona.
Regeneración masiva
Después de un recorrido por las instalaciones de Solanillos, los responsables de la fundación mostraron el límite de la zona incendiada, donde se está produciendo una regeneración masiva de roble, apuntó José Ángel Jambrina, agente medioambiental de la Junta de Comunidades, quien realizó, junto con el equipo de la fundación, una muestra del trabajo de resalveo, con el objetivo de eliminar la competencia de aquellas ramas con más probabilidades de crecer, para facilitar aún más su supervivencia. Esta técnica es realizada a finales de otoño y en invierno por los cientos de voluntarios, jóvenes y más mayores, que participan con la fundación. Sin embargo, en el resto de montes públicos no se está realizando aún esta labor, ya que la administración está esperando a que los tallos cojan un diámetro suficiente para tener que entrar lo menos posible al monte, explicó Jambrina.
Energías renovables para abastecer al centro
El ahorro energético y el aprovechamiento de las energías renovables se ha convertido en la filosofía del Centro de Educación Ambiental, el único de esas características de la provincia. Todo el complejo se riega con agua de lluvia acumulada durante todo el año en depósitos pluviales, explica el Nicolás López. A esto hay que sumar las dos fuentes de energía de la finca, como son la biomasa y el sol. Para gestionar la primera disponen de dos calderas gemelas que funcionan alternativamente, y que se nutren de astillas recogidas del monte, la retirada de árboles quemados y la maleza. Todos estos materiales se depositan en los silos, que posteriormente pasan por un sinfín helicoidal y, finalmente, a la caldera, donde se convierten finalmente en ceniza mediante tres tipos de combustión. Con esto se nutre a todo el complejo de agua caliente, incluso a la piscina, ya que a mediados de agosto refresca demasiado por las noches y tenemos que calentarla, explica el responsable de Medio Ambiente de la fundación. Como complemento, el centro cuenta con placas solares que son aprovechadas principalmente en verano, por lo que el gasto de biomasa durante estos meses es muy bajo. En las instalaciones también se cuenta con un huerto ecológico en el que todos los grupos que pasan por allí dejan su granito de arena en forma de semillas. Regado con la eficiente técnica del goteo, se han plantado lechugas, tomates, frutas y patatas, y como la tierra se acaba de echar, ni siquiera hace falta abono, explica López, quien señala que este proyecto está sirviendo también para recuperar cultivos tradicionales de una zona que, según los lugareños, tiene nueve meses de invierno y tres de infierno. Por ello, se han plantado especies de judías y cebollas muy resistentes al frío y al calor. En cuanto a los proyectos futuros, actualmente se está desarrollando un centro de fauna y una granja escuela. No obstante, todavía es pronto para que el ganado paste por el monte, ya que es necesario que la raíz esté suficientemente sujeta. Actualmente también se está trabajando en la recuperación de las lagunas, y con ello diversas comunidades de plantas acuáticas. Sin embargo, los más afectados por el incendio fueron las aves, ya que se quedaron sin lugares de nidificación, lo que se está solucionando con la construcción de cajas-nido, explica el biólogo. En esta empresa, cobra vital importancia la labor de todos los voluntarios, y ahí es precisamente donde se encuentra el mayor éxito de la fundación: en la unión de personas concienciadas con la recuperación de la zona.
Recuperación de las tradiciones perdidas
Con el medio ambiente como protagonista, los niños que disfrutan actualmente del campamento organizado en el Centro de Educación Ambiental, están también descubriendo tradiciones perdidas en nuestra sociedad actual, como la producción casera del pan, la plantación manual de tomates o lechugas... Un verano sin duda para retener conocimientos válidos para todas las épocas.