Aquellas tabernas seguntinas


Qué recuerdos me vienen a la memoria de aquellas rancias y vetustas “tabernas” que existían en mi querida Ciudad del Doncel en mi más tierna infancia y comienzo de la pubertad!.

Qué recuerdos me vienen a la memoria de aquellas rancias y vetustas “tabernas” que existían en mi querida Ciudad del Doncel en mi más tierna infancia y comienzo de la pubertad!.

       Popularmente la palabra taberna venía del latín “taberna” que en su origen designó a una tienda de campaña como señalaban algunas fuentes romanas, habitáculos formados por planchas de madera o tablas: Tabulas: Mesas.

      Fuera de este contexto evolutivo de la palabra “taberna”, los que nacimos pasada la primera mitad del siglo XX, tenemos en nuestra mente y en nuestro recuerdo la grata satisfacción de haber frecuentado estos espacios “casi únicos” en la época a la que nos referimos, sobre todo siendo chavales aún imberbes para adquirir con el poco dinero del que disponíamos de un montón de golosinas por una peseta de la época (Me refiero concretamente entre 1967-1977): Chupones, chicles, caramelos o pipas.

      También “las tabernas” eran lugar de reunión de agricultores y ganaderos, que después de largas e interminables horas dedicadas a sus labores, ahogaban un poco sus preocupaciones en torno a un porrón o unos chatos de vino, envueltos en inmensos vapores de humo de cigarrillos liados de forma artesanal. Prácticamente éstas eran las únicas diversiones que existían en la época junto con el baile de los domingos y por supuesto con la casi obligada asistencia a la Santa Misa en la parroquia correspondiente.  

         Estas tabernas o lugares de reunión, donde disfrutar del ocio o el tiempo libre como se entendía en esa época, tenían también su nombre como hoy en día lo tienen los bares y restaurantes. En Sigüenza que yo recuerde había cinco tabernas:

La del Sr. Fermín, que más tarde sería regentada por el Sr. Damián, que estaba situada al comienzo de la C/ Valencia enfrente del Bar “Casa Juanito”. Allí paraban fundamentalmente los viajeros del autobús “La Trillana” o si se quiere decir tartana por lo antigua que era. En taberna Damián se degustaban sobre todo los famosos chicharrillos de barril y la comida que cada viajero traía consigo.

       Más arriba y al  final de la Calle Cruz-Dorada pegada a la parroquia de Santa María estaba la Taberna “Paniagua”, que la regenta el Sr. Ignacio, donde se comían sobre todo cabezas asadas de cordero y comida casera riquísima, cuya cocinera era la esposa del tabernero la Sra. Eloisa.

     Ya en la parte del Casco antiguo de Sigüenza en la Travesaña Baja, al final de ella, se encontraba la taberna “La Marina” sobrina del Sr. Juanito que era quien regentaba dicho local. Aparte del chateo y alterne de cerveza se degustaban ricos  corderos o estofados de jabalí que llevaban los propios clientes para que los preparasen.

   Tambien dentro del Casco histórico antiguo de Sigenza y ya en La Travesaña Alta estaba la Taberna “El Negro” llamada así porque su dueño era un hombre ennegrecido por las horas de trabajo al sol y por su piel muy morena. Aquí también se alternaba y degustaban ricas delicias para el paladar.

       Finalmente y a la salida de la Ciudad pegada a la carretera de Madrid, estaba la Taberna de la “Sra. Guarni” mujer enjuta peinada con moño y algo encorvada por la edad, donde se comía también el chicharrillo de barril y se tomaba un delicioso vermouth casero que si no estabas acostumbrado te ponía mirando para Zamora.

         Normalmente cada taberna tenía sus propios parroquianos que normalmente eran los vecinos de la zona. En estos locales o “chozas” como se les llamó originariamente dejaron su rastro en español con la palabra “contubernio” que significa convivencia en una misma choza. Aunque no escrita si había una “ley tabernaria” que de algún modo todo el mundo conocía. Había respeto, camaradería, pero tambien en estos lugares aparecieron en varias ocasiones reyertas que a veces se saldaban con algún que otro herido en el mejor de los casos.

       En 1765 un hombre llamado Boulanger (Panadero) vendía sopas bajo un rótulo que traducido del latín venía a decir más o menos: “Venid a mi casa hombres que teneis el estómago débil y os restauraré”. De esta frase viene el nombre de los establecimientos que venden comida: Restaurantes, que de alguna forma son los que han sustituido a aquellas nostálgicas y recordadas tabernas donde salían a relucir todo tipo de temas y donde se cocían algunas conjuras pícaras y amorosas y donde los hombres de la época también coreaban famosos refranes, chascarrillos, acertijos y cancioncillas. ¡VIVAN LAS TABERNAS DE SIEMPRE!.