Atienza cumplió con su tradicional Caballada a la que acompañó el buen tiempo

Atienza fue ayer fiel a la tradición y celebró su Caballada, declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional, que conmemora la liberación del rey de Castilla Alfonso VIII por los arrieros de la localidad durante su minoría de edad, en el año 1163. Para ello, pudieron disfrutar de un día en el que el buen tiempo acompañó en todo momento.
Atienza fue ayer fiel a la tradición y celebró su Caballada, declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional, que conmemora la liberación del rey de Castilla Alfonso VIII por los arrieros de la localidad durante su minoría de edad, en el año 1163. Para ello, pudieron disfrutar de un día en el que el buen tiempo acompañó en todo momento.
Los actos comenzaron alrededor de las 10.00 horas, cuando los miembros de la Cofradía de la Santísima Trinidad se reunieron en casa del prioste vestidos con la típica chaquetilla, la capa y el sombrero, montados en sus caballerías. Allí se pasó lista y leyeron las multas, al mismo tiempo que se subastó la bandera que precedería la comitiva.
Una vez cumplidas con las obligaciones en casa del prioste, se dirigieron a recoger al abad, con el que recorrieron la plaza del Trigo, la plaza de España, la calle Real y el Convento de San Francisco para llegar finalmente hasta la ermita de la Estrella. Allí comenzaron la procesión hasta la Peña de la Bandera, donde se subastaron las andas de la Virgen para volver de nuevo al templo, donde tuvo lugar una misa.
Finalizado el acto religioso se llevó a cabo la subasta de las roscas en la puerta de la ermita. Dentro de los usos con los que llevan cumpliendo desde hace siglos, todas las subastas se realizaron en celemines de trigo.
A continuación, los cofrades de la Santísima Trinidad bailaron en el portalillo de la ermita de la Virgen de la Estrella frente a su imagen. Tras un descanso para celebrar la comida de hermandad en el comedor del templo, volvieron a realizar sus bailes. Ya por la tarde, en el momento de abandonar la ermita y volver al pueblo, cantaron una Salve en su interior como despedida hasta el año siguiente.
Toda la comitiva volvió por el mismo itinerario que siguieron por la mañana, pero en esta ocasión se dirigieron al camino de las Cuevas, en la carretera hacia Cogolludo, donde tuvieron lugar las populares carreras de caballos. Este fue el momento más vistoso de la celebración, en el que el número público asistente se agolpó pudo disfrutar de la vistosidad del galope de los equinos.
Una vez terminadas las carreras, el abad y los cofrades invitaron a limonada a todo el mundo que quiso acercarse a la plaza del Trigo. Por último, todos los hermanos finalizaron la jornada en la casa del prioste, donde celebraron el tradicional trago de vino en porrón, dando por finalizada la fiesta y esperando hasta el año que viene para volver a cumplir con esta tradición ancestral.