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Barranco del Mesa
Por el valle el río corre ahora entre zarzas y malezas casi invisible con un puente que se diría de origen medieval.
Hasta cuatro barrancos conozco que se apellidan de la Hoz. El más largo y conocido es el del Gallo, en Molina; el más corto, con pared de roca inclinada sobre el camino es el de Durón; el más ancho y despejado tendiendo a pradera está en Viana de Jadraque. El cuarto y último barranco que he recorrido es quizá el menos conocido y, sin embargo, merece serlo tanto como el primero, aunque se diferencia de él en que tiene menos vegetación y es más rocoso, con paredes que en algunos puntos superan los 100 metros en vertical; es un barranco que impresiona no solo por su impresionante altura, que en algún tramo llega casi a 200 , sino porque se estrecha en algunos puntos hasta hacer que la carretera paralela y el río vayan en visera. Empieza en Algar de Mesa, donde termina el valle que se abre en Mochales en cuyas afueras, en una ladera residió varios años en la cueva a media altura el médico de la localidad, “el tararí”, que era de Lérida, y se creía que era un nazi huido al terminar la Segunda Guerra Mundia.
Del barranco del Mesa parte otro lateral más corto conocido como el barranco de la Hoz Seca en el que se halla la roca denominada Benedí, en la que se encuentra una gruta que fue habitada por el hombre primitivo, con pinturas rupestres descubiertas hace siete años; en este barranco, tienen sus nidos numerosas colonias de buitres que en algunas ocasiones, entre los que los que descansan en los reposaderos o sobrevuelan el paraje, suman más de veinte. El desfiladero termina a la altura del balneario de Jaraba donde el río está canalizado, y discurre con rapidez.
Al descender al valle del Mesa desde Codes, aldea situada curiosamente en una colina donde un manantial surte a una pequeña laguna, hoy casi seca, el desnivel es muy acentuado con violentas curvas por en un accidentado paisaje por el que llegó el citado médico, más conocido como el Tararí, a caballo, con espolique, por el temor de que el animal tropezase y el caballero cayese por la orejas puesto que la carretera no estaba entonces asfaltada.
Por el valle el río corre ahora entre zarzas y malezas casi invisible con un puente que se diría de origen medieval. En Villel, que es el pueblo más importante del valle, llama la atención su castillo roquero que se alza en medio del caserío con una estampa romántica que parece inventada para un decorado cinematográfico.