¿Barranco o cañón?
Se comprende la angustia e inquietud del visitante solitario que llegue por primera vez a ese paraje porque a veces el cañón se estrecha demasiado.
De los cinco barrancos llamados de la Hoz que hay en la provincia: el más conocido es el del río Gallo, en Molina. Es también, a mi juicio, el más agradable. Los restantes están; en Viana de Jadraque, que es más pradera que barranco, el de Hoceseca lleva sus aguas al Tajo en Peralejos; el de Durón, de paredes inclinadas, y el del río Mesa, entre Algar y el balneario de Jaraba, que merecería llamarlo Cañón del Mesa porque su homónimo en Soria, el Cañón del río Lobo, tiene menos categoría. Éste, en el límite con Zaragoza, es el más impresionante. Puede parecer lejano, pero nosotros fuimos en poco más de una hora desde Guadalajara, porque la carretera hasta Alcolea y luego a Maranchón permite ir a buena velocidad. Otra cosa es la que por Codes y Balbacil lleva al valle del Mesa antes de convertirse en barranco. El Valle se acaba en Algar, poco después de Villel, el pueblo más importante, que admira al visitante por su espectacular castillo roquero en el centro, que parece un decorado cinematográfico. Impresiona e inquieta el cañón del Mesa porque hay tramos de muros de roca caliza de altura media entre 90 y cien metros, y casi 200 en varios sitios si sumamos la franja de rocas que los corona. En un espacio de terreno entre dos curvas del río vimos varias grandes esferas de color amarillo como balones de fútbol para gigantes que parecían calabazas. Y lo eran. Se ve que el hortelano las dejó para presumir , pues la verdad es que eran unas calabazas de campeonato.
Se comprende la angustia e inquietud del visitante solitario que llegue por primera vez a ese paraje porque a veces el cañón se estrecha tanto que apenas deja ver el cielo por arriba, y por debajo se juntan carretera y río bajo las rocas en visera sin más sonidos que el batir de agua en los guijarros y los graznidos de las águilas que sobrevuelan, tan numerosas que alguna vez he visto más de veinte en sus reposaderos de rocas y casi otras tantas en el aire. Cerca del balneario de Jaraba, la alta muralla de rocas parece cerrarse en una curva. En ese frente se ve el Santuario de la Virgen de Jaraba, del siglo XVIII y la casa del santero, como empotrados en la roca a la altura de un edificio de cinco pisos En ese mismo frontal hay perforado un túnel para que la carretera llegue a Aragón en término de Calmarza. Y en un barranquete adyacente, llamado Barranco de la Hoz Seca, está la “Roca Benedí” que dio cobijo al hombre prehistórico como lo demuestran unas pinturas descubiertas hace nueve años.