Campo enojado
Somos gente que estamos hasta los güevos”, resumió ante la tele un zaragozano llamado Miguel.
El rebaño tertuliano sostiene que en la Castellana madrileña, donde cuentan que labraba San Isidro, campearon burgueses taurinos a caballo y paletos conducidos por la ultraderecha. Hubo cucas, abascales y edmundos, pero sobre todo agricultores, de la Yunta o Hinojosa, y ganaderos, como Valentín de Molina con su burra, o Luis Enrique de Checa con su carnero o mureco. Por cierto, una reportera le preguntó qué era “ese bicho con cuernos enroscados”.
“Somos gente que estamos hasta los güevos”, resumió ante la tele un zaragozano llamado Miguel. Soltó dos cifras: el último año los piensos han subido un 60% y los fertilizantes un 120%. “Indefensos, tenemos que vender nuestros productos a lo que nos quieran pagar. Una ruina”, lamentó. Otro agricultor murciano, abundaba: “La crisis y las leyes nos ahogan. Sobrevivir en el campo se ha vuelto complicado, imposible”.
Cazadores de Labros y Rillo marcharon junto a un gigantesco jabalí extremeño en la riada de ‘chalecos naranjas’. Tiraban con bala hacia ecologistas, animalistas y gobiernos como el castellano-manchego que vienen haciéndoles guiños. “¡Perros eunucos, no!” “A la gente del campo ni una lección de ecología, farsantes”, rezaban dos pancartas.
Los líderes agrarios pidieron respeto y que “no se tomen medidas en lo rural desde un despacho con ojos urbanos”. Y advertían: “Ni Ucrania, ni Sahara ni más capotazos sanchistas. Veremos sus promesas el martes 29, tras el Consejo de Ministros. Y si siguen tomándonos el pelo con palabros aventados desde Moncloa”.
A la tropa mediática parece importarle un bledo el futuro del campo. Y al Gobierno, apuntalado por los aliados ultranacionalistos del norte y noreste. Como advertía el célebre tuitero Tractorista de Castilla: “si el campo desaparece, nos faltará el día de mañana un patrimonio que va más allá de lo que uno se pueda echar a la boca. Faltará una experiencia del trabajo de la tierra, faltará una memoria”.
La tierra como sustrato productivo no desaparecerá, al menos mientras sea mínimamente rentable ¿Quién echará de menos ese patrimonio, esa experiencia y esa memoria? Sesudos científicos debaten si Dios está en los genes. Humildes antepasados defendían que si era visible en algún sitio es en el campo. Era.