Carla Otero y Jesús Romero triunfan en el V Certamen de Tauromaquia 'Ivan Fandiño' de Pastrana

14/08/2018 - 13:16 Redaccion

En la tarde de ayer, lunes, a partir de las 19 horas, cuatro jóvenes espadas, que tienen toda la ilusión del mundo por ser toreros, derrocharon arrojo y buenas maneras en la plaza de toros más antigua de la provincia de Guadalajara, que es la de Pastrana. Fue inaugurada en 1885. Lo hicieron en el V Certamen de Tauromaquia que la villa ducal dedica, ya para siempre, a la memoria del torero Iván Fandiño, tristemente fallecido el año pasado. Se celebró en formato de clase práctica, organizada por la Escuela Taurina de Guadalajara. Se lidiaron cuatro becerros de la ganadería de Victoriano del Río. Y como cada año, Pastrana la organiza para apoyar a chavales, principalmente de la tierra, que se inician en el mundo del toreo.

Después de que la charanga la Alegría Alcarreña, de Sacedón, recogiera a espadas, cuadrilla y autoridades en la Plaza de la Hora, y los acompañara musicalmente hasta el coso taurino, abrió plaza un chaval que promete, y mucho, como es Jesús Romero. Lleva el toreo en la sangre. No en vano, su padre fue matador de toros. Ayer, en Pastrana, estuvo impecable de principio a fin en su faena a un novillo justito de fuerza, pero de mucha calidad, al que entendió perfectamente. En el tercio de banderillas deleitó al público, que prácticamente llenaba las gradas, con tres pares memorables, uno de ellos tras quiebro, saliendo por tablas. No hubo tandas sublimes con la muleta, pero Romero hizo una faena maciza, robusta, sin altos ni bajos y de gran belleza en su conjunto. El chaval estuvo excelente administrando los terrenos y las querencias de su enemigo. Con la espada, perfecto, matando a la primera con un estocadón en todo lo alto. Se llevó las dos orejas.  “Me voy muy contento de Pastrana. Me he sentido bien la muleta, gracias a los maestros de la Escuela Taurina de Guadalajara, que descubren nuestros fallos y nos enseñan a hacer cosas que nunca había soñado hacer. Sobre todo, me ha gustado una tanda con la mano izquierda en el tercio, en la que me he desahogado. El novillo ha sido extraordinario, con mucha nobleza”, decía el chaval al terminar su faena, con las dos orejas del becerro en la mano. 

Correspondió la lidia del segundo de la tarde al novillero portugués Joao D´Alva. El luso tiene 19 años y es alumno de la Escuela Taurina de Vilafranca de Xira (Portugal) que dirige el maestro Víctor Mendes, presente ayer en Pastrana. Joao hizo una buena faena con la muleta, pero mató mal. Dejó el brazo atrás, sin cargar, lo que provocó numerosos pinchazos. Después de varios pinchazos consiguió su objetivo con una media, que necesitó de descabello. Como el primero, el novillo tuvo calidad, pero le faltó algo de fuerza. El novillero supo sacarle lo que tenía con la muleta, haciendo gala de recursos y torería. Se gustó especialmente en unas cuantas tandas con la mano izquierda, de muletazos redondos, en las que mostró su experiencia. UN MOMENTO DE LA FAENA “La faena ha sido regular. La espada, de nuevo me ha privado del triunfo. El novillo ha sido muy bueno, por lo que agradezco al ganadero y a la organización del festejo haberlo traído y haberme permitido torearlo”, comentaba educadamente. Joao quiere seguir los pasos de su maestro y mentor, Víctor Mendes, “una figura del torero de quien aprendo cada día”.

La lidia del tercer becerro de la tarde le correspondió al joven novillero, de la Escuela Taurina de Alicante, Juan José Fernández. Como sus antecesoras, la res tuvo calidad, pero fue floja. A Fernández le costó acoplarse al principio, pero acabó por cogerle el aire a su enemigo y, de uno en uno, y hasta de dos en dos, dejo ver algunos muletazos buenos, pero sin darse importancia. Mató con una estocada trasera, que hizo su efecto. VER UN MOMENTO DE LA FAENA “Me he visto bien, con mucho gusto, queriendo. Y ese es el camino. Para mí, lo mejor ha sido el capote, y la tanda con la derecha al final de la faena. El novillo tenía poca fuerza y no transmitía, pero yo he puesto lo máximo ante este público estupendo”, decía el alicantino, que tiene por ídolos a Rafael de Paula y a Morante de la Puebla. 

La última en saltar al ruedo fue otra discípula de la Escuela Taurina de Guadalajara, Carla Otero, de catorce años de edad. Después de sufrir un percance en un quite con el capote, y rehacerse de él con valentía, Carla mostró en Pastrana su temple, visión y concepto puro del toreo. No le quema el sitio, que no pierde casi nunca, y tiene algo innato para conectar con el público, que le hace aprender deprisa. Mató con una media efectiva, que le permitió llevarse las dos orejas de su enemigo.  “Me siento feliz, con ganas de seguir en el toreo. He disfrutado mucho del becerro. Me quedo con las sensaciones del conjunto de la faena en general, que han sido muy buenas. Doy las gracias al público de Pastrana, que, un año más, nos acoge con cariño”.

Al terminar el festejo, tomó la palabra el alcalde de Pastrana, y presidente ayer del festejo, Ignacio Ranera, que agradeció la organización del evento a la Escuela Taurina de Guadalajara, felicitó a los toreros y recordó la figura del añorado Iván Fandiño, antes de entregar una distinción al ganadero, Victoriano del Río, y otra a los dos triunfadores de la tarde, ex aequo, Carla Otero y Jesús Romero.